Mis recuerdos de la Semana Santa se remontan a 1948.Tenía yo 4 años y mi tía Concha me había apuntado a la Hermandad de San Mateo. Le había dicho que “quería ser del de las barbas” (“San Mateo San Mateo, si no me das un cucharrillo te aporreo” gritábamos los chiquillos, quizás con demasiada confianza,) y ese año fui Hermano Mayor. Según me contaron luego, me hicieron un cetro a mi medida. Tengo vagos recuerdos de la confección de la túnica morada y del cíngulo con borlas doradas, del cansancio del recorrido por aquellas calles empedradas “tirando” del cetro. Las Banderas grandísimas para mi estatura y el y el arca, en la casa y la fiesta del traslado
Mis recuerdos visuales y los olores, como a magdalenas recien ltraídas del horno en aquellas latas grandes y negras, los pestiños crujientes y las torrijas con la miel de romero y los hornazos (Ya el Condestable D. Miguel Lucas de Iranzo, en su Crónica, habla de los “fornazos”).
El Domingo de Ramos, había que estrenar, ropa generalmente, coincidiendo con el cambio de estación y el buen tiempo.
Me habían contado muchas cosas de la Semana Santa antes los pasos que había como el de La Verónica o de Jesús azotado por los sayones, y del Sermón de Jesús en la plaza desde el balcón del Ayuntamiento, y la bendición del Nazareno y la Virgen, que acudía a su encuentro y casi en un abrazo le limpiaba el sudor con el pañuelo y como las mujeres lloraban y todo Baños se unía en un aplauso emocionado. Eran auténticos Autos Sacraméntales.
Hoy queda el Desenclavamiento, que me sigue impresionando y en el que participaba de niño. Era la época de D. Manuel Álvarez Tendero, de feliz recuerdo, sin lugar a dudas el sacerdote que mas esplendor le dio a todas las celebraciones (Ternos completos de capa pluvial y dalmaticas, Darío con sotana y roquete rizado y los monaguillos, palio para el Santísimo, Cruz parroquial y ciriales, paños de hombros, incensarios, hisopos para el agua bendita, Monumentos al Santísimo Sacramento el Jueves Santo espectaculares, como el de la fotografía). Recuerdo aun sus palabras desde el pulpito, “que le quiten la corona de espinas y se le lleven a su madre, o los clavos que los dejen a los pies de la Dolorosa” y los mas pequeños, en una bandeja los llevábamos temblando y los mayores se los acercaban a sus pies. Y los golpes secos al quitar los clavos. Aún hoy me impresionan, al oírlos, así como el Cristo muerto en brazos de los hermanos llevándolo a la Madre y después al Santo Sepulcro.
La Cofradía del Santísimo, a la que pertenecían mi padre y mi hermano Luís, todo de blanco, sin capirote, que era como la principal y mas importante y que abría todas las procesiones. Mi padre recordaba que se tenían noticias de ella, por unas mandas, ya en el siglo XVII.
Recuerdo como el Viernes Santo subía, por la calle Santa María, la procesión del Santo Entierro al Cueto y la verdad es que hasta ser mayor no llegue a deducir la razón. No era otra que hacer estación de penitencia a la primitiva Iglesia Parroquial de Santa María del Cueto. Sería interesante estudiar si también en su recorrido por el pueblo, pasaba por las otras capillas o ermitas. Costumbre que siguió, por inercia, hasta los años ochenta y que se suprimió una vez que se modificó la plaza (en su traza actual) y las procesiones dejaron de rodarla.
La Semana Santa tuvo en Baños unos años muy difíciles. Casi seguro contribuyó a que estuviera a punto de desaparecer, el que algún párroco, tenía la idea equivocada de que la Parroquia era él y no los fieles con él; no atendía ni a tradiciones, ni a horarios y todo era correr y correr, porque tenía que irse a su pueblo, con la familia, a ver allí sus procesiones. Interrumpía las saetas y en vez de una procesión, a su ritmo, era una autentica carrera. Y si no se cuenta con las gente, con el pueblo, se daba la circunstancias que no había ni hombres para que sacaran los tronos.
Gracias a Dios y al buen hacer de otros muchos párrocos, y el entusiasmo y la entrega de los bañuscos, y muchas personas anónimas, la Semana Santa se fue reencontrando y volvieron tradiciones olvidadas y las túnicas a la calle (Hay que nombrar en honor de la verdad a dos grandes hombres de Baños D. Francisco Valle y D. Juan Garrido , que traían las telas de las diversas Cofradías a sus comercios y las entregaban a módicos plazos, para que no se quedara nadie sin tener su túnica, capa, insignias y capirote. Hay cosas, que quizás no se saben o se olvidan, pero que en un momento hay que decirlas, entre otras cosas por ser de justicia.
Se estableció el terno del cofrade, que fue mejorando, con capas, bandas, escapularios, medallas, fajines o cíngulos buscando una uniformidad. Y además se empezó a exigir un mayor respeto y comportamiento en las procesiones, con la idea, de que el hermano de una Cofradía, lo es durante todo el año y no, solo en el triduo de Semana Santa. Al mismo tiempo se pensó también en la mejora de los pasos de la Virgen de los Dolores, San Juan y Cristo, con renovación casi total.
La Virgen, del paso de palio al trono de andas plateado, repujado, con candelería, velas rizadas y flores blancas y Ella en el centro, recogida, pero mirándonos a todos, a sus hermanos, que con tanto mimo la llevan, y al capataz, a quien le canta con el alma en los labios, a quien le toca esas preciosas marchas procesionales, al pueblo de Baños, que con su mirada, con su oración, con sus lagrimas, la lleva en volandas, por sus calles, de la Iglesia, Plazuela, Carretera, La Cruz, Cuesta de los Herradores, Salsipuedes, Mestanza a la Plaza , o Visitación, Amargura, Ancha , Celada y otras por el Santo Cristo.
Cristo Crucificado, que majestuoso por las calles estrechas de nuestro pueblo, nos va abrazando a todos lo bañuscos o con la Cruz a Cuestas, llevado primorosamente por costaleros, en esa procesión de la mañana de Viernes Santo, que parece que el Señor va caminando por nuestras calles y plazas y se oye en la mañana, las voces del capataz animando, mimando a los costaleros, rezando en cada “levantá”.
San Juan, tan colorista de rojo y verde, renovó su paso con un precioso trono en madera repujada y pintada y los hermanos, se fueron multiplicando, con muchos niños en sus filas.
Del tambor que tocaba Bartolo, se pasó a la Banda de cornetas y tambores que la Hermandad de Cristo formó, con hermanos, que hoy es el orgullo de Baños, y emociona oírla y pone los pelos de punta y las lagrimas en los ojos en el toque a la salida de la Urna del Santo Entierro
Tema importante también son las saetas y pregones que por el desconocimiento y desinterés de unos y la desidia de otros estuvieron a punto de desaparecer, las primeras de nuestras calles y los segundo de nuestro templo. Desde aquella época de los años sesenta, en que casi se prohibieron, para no alargar las procesiones, los saeteros de Baños salían a otros pueblos donde los llamaban y mimaban, hasta hoy ha pasado mucho tiempo y poco a poco se volvió a lo nuestro a lo de siempre. Y se celebró de nuevo el Sermón de Jesús a las 5 de la mañana con sus pregones desde la balaustrada de la Iglesia, y se volvió o oir en la madrugada el
Soberano Redentor
el Padre Eterno me envía
a templar vuestra agonía
y vuestro sumo dolor.
Con Faustino, Alfonso, Dolores, Josefa, Federico o Pedro, sin dejar de recordar al gran maestro Antonio Céspedes “Laruta”, para terminar el último de los pregones, ya en la plaza, desde el balcón del Ayuntamiento, apuntando la mañana, con un cielo curiosamente tenebroso y aire fresco, cantando el Prendimiento
Martes Santo maldecía
que la noche no llegaba
él en su traición pensaba
mércoles siendo de día
así con Jesús hablaba.
Las saetas en la calle y en las plazas, en los balcones y ventanas y a pie de trono, cogidos los brazos por los hombros, para aunar las fuerzas y los sentimientos.
Los recuerdos son muchos mas y las personas y los olores y las gentes esperando las procesiones con sus puertas abiertas de par en par convidando a entrar a Cristo o a la Virgen, que no pasen de largo, para que se queden “Quédate Señor, que anochece”, les decían los discípulos de Emaus a Jesús y es lo le decimos todos, quedaros para siempre en nuestras casas y en nuestros corazones.
Hoy Baños está orgulloso de su Semana Santa. Este año estos y otros muchos recuerdos me acompañaran en esta Semana Santa, que viviré desde Tenerife, pero estaré en cada momento, en cada minuto, en cada calle, en cada saeta o cada marcha procesional, con nostalgia y con un gran amor a sus protagonistas, Cristo, La Virgen y San Juan y mi recuerdo y también mi oración para todos los participantes, que es todo el pueblo de Baños.
DMC.
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