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04 septiembre 2010




                LAS ISLAS CIES

Las Islas Cíes, pertenecientes al municipio de Vigo, forman un archipiélago situado en la boca de la ría del mismo nombre, en las Rías Bajas gallegas, en la Provincia de Pontevedra formado por tres islas: Norte o Monteagudo, Del Medio o do Farol y Sur o San Martiño. Las dos primeras se encuentran unidad artificialmente por una escollera. Están orientadas según un sistema de fracturas paralelo a la costa en dirección N-S. Distan aproximadamente 14,5 Km. de la ciudad de Vigo. Yo embarque en Cangas del Morrazo, en una pequeña embarcación de la compañía que tiene esta actividad, con una travesía de 30 minutos

La isla de Monteagudo está separada de la costa de Cabo Home, en la península del Morrazo, por el canal Norte, y de la isla de San Martiño por un estrecho de aproximadamente 500 metros conocido como Freu da Porta. Mientras, la isla do Faro ha acabado unida a la isla Norte por una acumulación de arena en la parte interior del archipiélago, en la cara este de las islas, que forma la playa de Rodas, de 1.200 metros. Al subir la marea, el agua pasa entre las dos islas por la cara oeste y, taponada por la playa, se llena la albufera formada entre el arenal y las rocas. El pico más alto se encuentra en la zona norte de la isla de Monteagudo, en el Alto das Cíes, de 197 metros de altitud y tiene una superficie emergida de 434 hectáreas.

Su formación geológica es de finales del Terciario, cuando se produjeron los hundimientos de algunas partes de la costa, con lo que penetró el mar y se crearon las rías. Todas las islas atlánticas son las cumbres de las sierras costeras que quedaron parcialmente bajo el mar y están formadas casi en su totalidad por piedra granítica.

Las tres islas son montañosas con una cara oeste abrupta, con acantilados casi verticales de más de 100 metros y numerosas cuevas (furnas) formadas por la erosión del mar y el viento. La cara este tiene laderas algo más suaves cubiertas por bosques y matorral y se encuentra protegida de los vientos atlánticos, lo que permite la formación de playas y dunas.

Las borrascas atlánticas pasan sobre las islas, descargando al chocar con la costa, por lo que las Cíes reciben más o menos la mitad de lluvia que el resto de la costa de las Rías Bajas.

Debido al alto valor natural de este espacio y al rápido deterioro que estaba sufriendo por causa de las actividades humanas, en el año 1980 son declaradas parque natural. La situación legal de protección va variando a lo largo de los años hasta que el 21 de noviembre de 2000, el Parlamento Gallego acuerda por unanimidad pedir al gobierno central la declaración del archipiélago como parque nacional. El Congreso de los Diputados tomó el acuerdo definitivo en julio de 2002, creando el Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia, formado por un conjunto de archipiélagos, islas e islotes que son las Cíes, Ons, Sálvora, Noro, Vionta, Cortegada y Malveiras.

El parque tiene una parte terrestre y otra marítima que comprende una franja de 100 metros, medidos a partir de la bajamar. En las Cíes está prohibida la pesca submarina desde 1992.

Desde 1988 las islas tienen además la consideración de ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves). También se encuentran incluidas, en el ámbito europeo, en la Red Natura 2000, que desarrolla directivas comunitarias de hábitats y aves.


Se observan los pinos atrapados por enredaderas y un suelo cubierto de helechos

El matorral se compone fundamentalmente de especies autóctonas, como el toxo (tojo), la xesta (retama), la esparraguera, el torvisco o la jara.

El bosque es el que ha sufrido las mayores alteraciones, pues han desaparecido especies autóctonas como la higuera y otras como el rebollo han quedado reducidas a áreas casi testimoniales, al haber repoblado con pino y eucalipto casi una cuarta parte de la superficie del parque. Los vientos fuertes con alto contenido en sales dificultan, a su vez, el desarrollo de los árboles.

En las dunas, playas y acantilados se mantienen especies, algunas de ellas endémicas del litoral galaico-portugués, propias de estos medios, con unas condiciones físicas y climatológicas muy extremas. Destaca la presencia de la armeria (Armeria pungens), conocida en toda Galicia como herba de namorar, en peligro de extinción, y una importante cantidad de camariñas (Corema album) que además son las únicas en el sur de Galicia.

En la zona de la laguna se encuentra vegetación típica de marismas, como los juncos.
22.000 parejas de gaviotas patiamarillas constituyen la colonia más grande del mundo y es la especie dominante en Cíes. La sigue el cormorán moñudo, con 2.500 parejas, y la gaviota oscura, con 20 parejas. En 1960 se censaron 400 parejas de arao ibérico, que en la actualidad se encuentra casi extinguido en las islas. Hay otras muchas especies de aves rapaces, palomas torcaces, pardelas, alcatraces, tórtolas, pájaros carpinteros y otros pájaros de diferentes clases, que nidifican en árboles y acantilados. Asimismo, numerosos y variados tipos de aves invernan o descansan en sus viajes migratorios. En el Alto da Campá (Illa do Faro) y en el Faro do Peito (San Martiño), existen observatorios ornitológicos. También hay en la Illa do Faro un aula de la naturaleza.

Conejo, erizo y nutria son los únicos mamíferos silvestres con cierta presencia actualmente. También hay ratones de campo, musarañas y murciélagos, así como algunas otras especies de pequeño tamaño y en menor cantidad.

Reptiles, representados por diferentes tipos de lagartos, lagartijas y culebras; anfibios (en menor medida por la escasez de agua), como salamandras y sapos, e invertebrados como los caracoles, escarabajos, arañas y mariposas acaban completando la fauna de las islas.

La zona submarina que rodea Cíes forma uno de los ecosistemas más ricos de la costa gallega. Lo más destacable es un importante bosque de algas pardas.

El perímetro de las islas tiene diferentes tipos de entornos: los acantilados, expuestos al fuerte oleaje, están poblados por percebes y mejillones. En su parte submarina, muy pedregosa, se pueden encontrar nécoras, centollos, bogavantes y pulpos. En las playas de las zonas más protegidas hay multitud de moluscos bivalvos, así como rodaballos, sollas y lenguados. Las zonas rocosas pero protegidas del interior de las islas están pobladas por verdaderos bosques de anémonas y numerosos erizos de mar.

Habitualmente las aguas que rodean las Cíes son visitadas por delfines, ballenas y tortugas marinas.
En la antigüedad fueron llamadas Siccae (áridas). Desde muy antiguo los hombres visitaron y habitaron las Islas Cíes. Se han encontrado en las Cíes restos arqueológicos que datan la presencia humana sobre el 3500 a. C., si bien los restos del primer asentamiento humano de que se tiene constancia son un castro de comienzos de la Edad de Hierro. También se tiene constancia de un asentamiento que data de la Edad de Bronce (entre 500 y 100 años a.c.), es un castro situado en las laderas del monte Faro.

Por allí pasaron los romanos, dejando restos como un anillo de oro datado en el siglo II de nuestra era, así como ánforas, cerámica y diversos útiles que se exponen hoy en el Museo de Pontevedra, así como escritos de Estrabón, Plinio o Diodoro. Existen leyendas que mencionan la presencia de Julio César en su lucha contra los Herminiios.

En la Edad Media fueron habitadas por monjes de diversas órdenes, también estuvieron los Normandos. En el siglo XI estuvieron allí los benedictinos, que las abandonaron y volvieron a finales del siglo XIII. En el siglo XIV se asentaron allí los franciscanos. También pasó por ahí la Orden de Cluny. De esta alternativa ocupación de las islas quedan como prueba los monasterios de San Estevo en la Isla do Faro y de San Martiño en la isla de su nombre, así como una fábrica de salazón sobre cuyos restos actualmente hay construido un restaurante. Las idas y venidas de los monjes eran debidas a que, por su cercanía a la ciudad de Vigo, el archipiélago era frecuentemente atacado y usado como base de operaciones por piratas turcos y normandos, así como armadas invasoras, como por ejemplo la inglesa, comandada por Francis Drake que asoló las poblaciones de la Ría de Vigo. Esta situación dura hasta el siglo XVIII, lo que acaba produciendo su despoblamiento.

A mediados del siglo XIX se construye el primer faro en la Isla do Medio, que acaba llamándose Isla do Faro. En esa fecha las islas ya volvían a estar pobladas por algunas familias de O Morrazo que se dedicaban a la pesca y a la ganadería ovina y caprina.

En los años 60 del siglo XX las islas se despueblan de nuevo, esta vez definitivamente. En los 70 y 80 comienzan a ser utilizadas como destino de descanso al que, sobre todo la gente joven de la zona, acudía en busca de naturaleza, mar, sol y libertad, lejos de la vigilancia social y familiar. Entonces en toda Galicia se practicaba la acampada libre.

La presencia masiva de personas y el resto de agresiones medioambientales, como la importante actividad industrial en la ría, los emisarios submarinos evacuando aguas con escasa o nula depuración... hacen que las islas sufran una rápida degradación.

Actualmente sólo están ocupadas por los servicios del parque, camping y restaurante y el acceso está restringido a un máximo de 2.200 personas diarias.

A mi me pareció una multitud. Subimos al faro donde las vistas eran espectaculares, y por todos los sederos encontrabas multitud de visitantes; dos camping entre pinos, restaurante y supermercado y en el muelle un bar, restaurante y autoservicio, baños y tienda . Demasiado para ser un espacio tan protegido, pero los intereses económicos deben de ser muy fuertes y al final “la pela es la pela”.

El sitio es precioso, la playa de arena blanca, y el mar helado, juntándose con los pinares; las aguas cristalinas, los veleritos fondeados en las ensenadas, al fondo Vigo y Cangas, a donde regresamos; ahora en un catamarán más grande, con el viento dándonos en la cara; cansados de la subida hasta el Faro, pero alegres y muy contentos del día  tan completo. Creo que pese a los intereses económicos, debería estar más restringido el acceso. Los carteles dicen que allí no hay papeleras,  pero la raza humana, hoy genera un sin fin de desperdicios, y deterioro al caminar y recorrer las sendas, y estros sitios hay que cuidarlo y conservarlos.
Ajos en el mástil. Las meigas ailas
DMC