La mañana del sábado me encanto llegar a la Plaza Mayor y ver la Lonja de la Iglesia de San Mateo, convertida en un corral, llena de burros.
Los
niños estaban locos, de ver los pollinos, antes había en casi todas las casas
(hoy coche y motos) y de saber que podían montar.
Dar una
vuelta desde la puerta de la iglesia hasta correos.
En la
misma puerta, destacaba un Platero moruno, de 5-6 días, admirado y acariciado
por todos.
La
mañana soleada y brillante, luminosa, propia del mes de julio en Baños
Algunos
puestos, un grupo de loa caballeros, el puesto de la cetrería.
Para
otro año, ya los hubo, unos corderos, cabras y gallinas siempre estuvieron en
los corales, de las casas y a los niños les gusta verlos, tocarlos y conocerlos
en directo.
Cuando
uno ve estas escenas tan tiernas se vuelve a la niñez, y e recuerdan otros
tiempos, como los de la era, que tanto se disfrutaba, con el trillo, los
montones de mies, las parvas y luego los
peces de trigo, cebada o avena.
En los
pueblos era nuestras cosas, nuestra vida y aún se añoran y se se recuerdan, porque no se han olvidado.
DMC