Siempre que estoy por Baños, una de mis
visitas preferidas es el Santuario de la Virgen de la Encina.
Ya sé que no esta allí la Patrona, pero uno
tiene sus recuerdos, sus sentimientos y sus vivencias, y a menos de quince días
de la Romería, se oyen las sevillanas, los vivas, las campanas, se “ven los pétalos”
caer sobre las andas.
El retoño de la Encina, ha crecido bastante,
y al lado del tronquillo queda el muñón quemado, testigo permanente de aquella vergüenza.
Dios querrá que un día, nuestros
descendientes, puedan descansar bajo su sombra, como hicimos mostros.
DMC