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07 febrero 2012

PASEO POR FUERA DEL CASTILLO DE BAÑOS DE LA ENCINA

Desde la plaza de la Constitución, es la subida natural al cerro del Cueto.

La calle de gran solera y casas de piedra del XVII-XVIII, nos lleva en una semi curva, muy árabe, a la explanada, donde estuvo (hoy solo recuerdos), la Iglesia parroquial, primera que se conoce de Santa María del Cueto.

Se enmarca y termina, con la colocación en tiempos del alcalde Rocha, del arco.

El emplazamiento es colosal, bien sabían los primitivos, buscar la ubicación, para su defensa, la colocación de sus templos o el emplazamiento del Castillo de Burglimar.

El castillo de Baños, de los más antiguos de la Península y sin duda, al ser su construcción de argamasa, en la parte árabe, el mejor conservado.

Para los que hemos nacido bajo sus almenas, siempre fue algo tan nuestro, que casi no le damos importancia, o desde luego, la que tiene.

Mi padre Juan Muñoz-Cobo inició de un manera sistemática, el estudio del mismo, de las historia, de la época, de ahí su difusión, sus publicaciones, sus conferencias  e impulsor de la celebración dl Milenario en el año 1968. En sus archivo personal se conservan cientos de cartas, con cultura, ministerios y personalidades.

Mi hermano Juan Fernando  Muñoz-Cobo Rosales ha continuado el estudio y publicó en el Boletín de Estudios Giennenses, del año 2009, paginas 57 a 105, el documentado trabajo de investigación “El castillo de Burgalimar de Baños de la Encina (Jaén) y la lápida fundacional”, donde se demuestra, con documentos existentes en la Real Academia de la Historia, que es de época Califal (968) y la lápida que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional, procede de Baños.

Se han hecho y se seguirán haciendo aproximaciones, algunas con conclusiones  sacadas a la ligera.

Pero lo importante es que está ahí y que pasear por su entorno, es  de una belleza impresionante.

El Ruedo, los Charcones, el mar de olivos, las Sierras, la lejanía.

Las colas,  la Sierra, el Navalmorquí, la dehesa del Santo Cristo, los pinos, la expansión de la Llanada.

Y las almenas, los lienzos de las almenas defensoras en diversas épocas, inhiestas, seguras, con mil historias que contar y testigos de múltiples episodios, leyendas, amores, duelos, litigios, muertes.

La salida de poniente, con su reja actual.

El pueblo, el Santuario entre casas, la parroquia de San Mateo, como contrapunto.

La almena gorda y el pasillo que comunica con los bardales de la calle, sus puertas, sus patios, sus gentes.

Las almenas de levante y la puerta. Me alegra ver en su sitio la reproducción de la lápida, que intentaron robar y sacar de las abrazaderas que la sujetan.

La Cestelería  información al viajero y de nuevo la explanada, bajada a la Cestería y por Santa María a la Plaza Mayor.

Antes de llegar a la plaza, con la Iglesia al fondo, la casa de la esquina en ruinas, que además del peligro evidente para viandantes locales y foráneos, la estampa de dejadez, fealdad  y amenaza de la fachada, balcón y ventana aplastada.

Con el sol del invierno y el día luminoso, la vuelta alrededor de nuestro Castillo Milenario, supo a poco.

Hay que repetir siempre que se pueda, cada vez encontraremos algo nuevo, y siempre disfrutaremos con la monumentalidad, el sosiego y  la paz.

DMC