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26 octubre 2012

LOS SANTOS Y LOS FIELES DIFUNTOS




Desde siempre, en todos los tiempos y culturas se ha tenido una devoción, un respeto y un culto a los muertos.

Los seres que han vivido juntos, al morir alguno de ellos, sentían algo muy especial. Los enterraban debajo de sus viviendas, como en la edad del bronce, los amortajaban, embalsamaban y cubrían de joyas y bellísimas ropas, como en la cultura egipcia. Les ponía alimentos, armas y utensilios como si les fueran a hacer falta.

Procuraban poner señales, lapidas funerarias, para mantener su memoria, la de los romanos, con frases cariñosas “que te sea leve”, en alguna de Cástulo, o la del niño QUINTO ARTULO, del  siglo II procedente de Baños, que  representa al hijo de un minero con martillo y cesta, qe viste el “sagum” tradicional , que citan los autores del  folleto “La minería hispano-romana en el termino municipal de Baños de la Encina”, donde se puede leer : Quintus Artulus IIII. Sit terra levis”, que traduce mi padre en su libro como ¡Aquí yace Quinto Artulo, de 4 años de edad. Seate la tierra leve!

La sierra de Baños esta llena de sepulturas antropomorfas, algunas muy cerca de Santa Amalia y en el famoso Cerro de las Sepulturas.

Con el cristianismo, se iniciaron las Catacumbas, donde se enterraban, generalmente a los mártires del Coliseo, llenos de símbolos como el pan o los peces. Ya se dio un sentido trascendente, y los cuerpos sin vida se empezaron a enterrar en las Iglesias o en sus alrededores. En “lugar sagrado” se decía.

A principios del XIX se dictan ordenes dando competencia a los Cabildos Municipales y en Baños, siendo el Ayuntamiento titular del Castillo, lo convierte, durante 98 años en Cementerio desde 1824, hasta 1922, que se inaugura el actual en la zona de La Peñasca, siendo alcalde mi tío abuelo y padrino D. Enrique Muñoz-Cobo Jiménez, con el nombre de Jesús del Llano.

El Castillo se empezó a limpiar a mediados del siglo pasado, quedando para el Milenario (1969) sin nada a la vista, concluyendo la retirada de restos con las obras de excavación hace dos o tres años.

Baños desde que se recuerde tiene la tradición de “Los Santos”. Mientras que las campanas de la Parroquia tocaban dia y noche a muerto, los hombres con una arroba de vino peleón manchego, unas hogazas de pan, sal y unas escopetas, se iban a un chocillo en la sierra “a quitarse de los toques y los rezos de las mujeres, delante de los retratos de los finados, alumbrados con unas lamparillas de aceite, y a pillar unas buenas tajadas”.

Como monaguillo salíamos por las casas con nuestra indumentaria y roquete, y un par de canastas, pidiendo “para los tocaores de la parroquia”. Nos daban harina, granadas, algún melón, y lo que encontraran buenamente, y hacíamos las gachas en el campanario. Normalmente por la mañanita íbamos de liria a lo alto del Pilar de la Virgen, que siempre ha sido un buen paso de pájaros.


Hoy no son los hombres, es el pueblo entero, incorporándose, como es lógico, la mujer también,  las peñas, los grupos, las pandillas y hasta los niños, en los bajos de las casas o en las cocheras. El pueblo se queda solitario

La costumbre de ir al cementerio, limpiar y arreglar la tumba de los seres queridos, ponerle flores y asistir a la misa el día 2 a las 12 allí junto a la Capilla, viniendo de fuera muchos amigos y conocidos que ya no viven en el pueblo.

Mantengamos nuestras tradiciones, honremos y recemos por nuestros difuntos, cada cual según sus creencias y rechacemos las modas importadas de Halloween.

DMC