PUESTAS DE SOL EN BAÑOS
A la vuelta, pare en el aparcamiento de los Turumbetes, el sol aun se reflejaba en las colas, “la cola” se dijo siempre en Baños, bueno era la cola de Valdeloshuertos.
La sierra, la ladera, el gólgota, la Cayatana, las Colmenillas, todo, todo, verdeaba ya en el semi ocaso, un verde ennegrecido.
Nuestro Castillo milenario lucia como una antorcha, encendido, casi en llamas con los rayos de sol en los lienzos de las murallas, reflejando la luz como un espejo.
El sol iba cayendo poco a poco, muy lentamente, sobre la Sierra, nuestra Sierra Morena, el agua ya casi ennegrecida y quedaban los reflejos a lo lejos que iban reluciendo y cambiando mas o menos el celaje del cielo.
Los colores eran indescriptibles; una vez el sol ya fuera de la vista, traspasados los cerros, los rayos se reflejaban, en el azul del cielo, en una explosión que lo cubrían.
Debo de confesar que estaba absorto, sorprendido, embobado con lo que estaba viendo y que no quería perder, con la maquina en la mano.
Parecerían las muchas fotos realizadas iguales o casi iguales, pero cada una era distinta, tenia su alma, y eran de una belleza, que sentía pena, notar como se iba yendo poco a poco la luz, el sol ya caído, se veía solo el reflejo en lo alto; el primer plano a oscuras.
Miraba a Baños, aun con los reflejos y a la sierra y al cielo con esos reflejos maravillosos.
De pie, junto al barranco, cuando me di cuanta, era de noche; la luz se fue sin darme cuenta. ¿Cuanto tiempo había pasado? No lo se, mucho y muy poco; un instante y casi una eternidad.
Había sido un espectáculo, difícil de describir, tenia en la retina tantas imágenes, tantos colores, tantas sensaciones, que me volví, por Santa María, en silencio, mustio y apenado.
A esperar otro día, otro cielo, otras nubes, otro sol, otros rayos, otros colores, miles de colores en la retina, otras sombras, otra esperanza.
DMC
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