Recuerdo perfectamente aquel verano que mi padre plateó hacer el pozo en el haza el Álamo para dedicarla a huerta.
Se estudio el terreno y con cal se marco el perímetros sobre los rastrojos de la ultima cosecha de trigo.
Era por la tarde y cogió mi madre un pico, se santiguo y dio las primeras cabotadas. Primero tierra casi negra, amarilla y se llego a lo que los hombres llamaban "el garrapiñado". Franja de mas de medio mero de profundidad, como cemento mezclado con conchas marinas, dientes de tiburón y caracolas de la época que el mar entraba por el valle del Guadalquivir al menos el terciario. Fósiles que están en el museo de casa.
Para esta capa hubo que usar barrenos. Baños pueblo minero tenia buenos elementos. Barrenos para cebar, mecha larga, torno listo para sacar al que encendía la mecha y a correr, porque pese a taparse el pozo saltaban las piedras.
Y la alegría del agua como empezaba a manar. Terminar el pozo y forrarlo de piedra, bomba y motor alberca, tuberías y huerta.
José Ranea, Rafael, Juanon fueron los hortelanos que recuerdo y que nos peleaban porque les pisábamos las eras.
Bajábamos todas las tardes toda la familia y amigos y ya cenábamos y subíamos dormidos. Mi padre nos quitaba de las colas y lo pasábamos muy bien.
Luego íbamos los mayores de huerta en huerta a las albercas y siempre había algún higo, ciruelas o alguna pera para merendar.
DMC