MARTES SANTO. CRISTO DE LAS TRIBULACIONES
El Evangelio del día es de San Juan (13,21-23.36-38) “Después de decir esto, Jesús se estremeció y manifestó claramente: "Les aseguro que uno de ustedes me entregará". Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería. Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús. Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: "Pregúntale a quién se refiere". El se reclinó sobre Jesús y le preguntó: "Señor, ¿quién es?". Jesús le respondió: "Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato". Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él”.
Este es uno de los motivos por los que se pide para esta imagen el título de "Señor de Santa Cruz".
Entre las razones que avalan la concepción del título figura el milagro atribuido al Señor de las Tribulaciones, con la terrible epidemia de cólera que asoló el barrio de El Toscal en 1893, y la desaparición de aquel terrible mal, que diezmaba la ciudad, de ahí la devoción a este busto del "Ecce Homo", que se remonta a 1893.
La Coral del Círculo de Amistad XII de Enero animó la procesión de El Toscal, que partió de la iglesia de San Francisco de Asís, de la capital tinerfeña.
Aquí, el Redentor inicia los momentos más aterradores de su Pasión; ha sido maltratado y coronado de espinas. Comienza su tribulación. Aparece ante el mundo solo, aceptando la voluntad del Padre sin protestas ni reservas. En medio de algarabías callejeras, llega hasta el Calvario humildemente y en silencio.
Las principales vías del santacrucero barrio de El Toscal vuelve a contemplar el rostro de Dios que emerge del resplandeciente altar cuajado de flores, las coplas espontáneas son agradecimientos de fidelidad a Aquel que la vida por nosotros. Y desde aquí deseamos escuchar, para alivio de nuestro cansancio espiritual, el Salmo 80: "En la tribulación me invocaste y te libré".
Los anturios rojos cubrían el trono, que iba escoltado por cuatro policías municipales de gala, y la Banda Municipal de Música, y miles de devotos santacruceros y de otras localidades.
De todos los corazones salia una plegaria unánime: Libramos de las plagas modernas de la peste, que nos están destrozando el alma, y a nuestra querida España.