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25 marzo 2009

SAGRARIO. RECUERDOS DE "OVOALES"

 

Te  recuerdo de muy pequeño siempre, Sagrario, vestida de  negro, y claro, luego ya caí en la cuenta, tu padre Eduardo murió en 1952 y tu madre María Antonia en 1955: Te recuerdo con tus muletas, tus bastones, en la calle, en la Iglesia, en la sacristía, yo tenía en esas fechas 8 y 10 años.

Desde el año 2000 éramos vecinos: Tú vivías en casa de tu hermano Eduardo y al pasar por la calle, te veía por la ventana, sentada en la silla de ruedas.

En estos últimos años, salías al paso de la Virgen de la Encina, tu Virgen, al portal y el trono te lo paraban. Tus ojos clavados en la Virgen y tus labios, sin cesar de moverse, rezando y rezando.

Tu me llamabas Ovoales, era en la época de Don Sebastian Izquierdo, párroco de Baños y gran sacerdote, y conocido de mi familia, (con 12 ó 13 años pasé unos días en su casa de Úbeda; atendía entonces, ya jubilado, la Iglesia de la Trinidad). Don Sebastian, un día al preguntarme, me lo recordabas  en tu casa, por mi nombre, yo con poco mas de 3 años, nerviosillo y un poco tartamudeando, le contesté, que Ovoales (mi nombre y apellidos, mal dicho  y muy deprisa (Diego Muñoz.Cobo Rosales). El sacerdote, murió ya hace unos años y tú, creo que eras la única persona, que  aún me llamaba así.

 Recuerdo hace tres veranos, que  pasé a tu lado toda una mañana  en Linares, en casa de tu sobrino Eduardo, me tatareabas  canciones   y  me recitabas poesias; contabas cómo me habían bautizado en la Festividad del Corpus, con un solo día de edad; había nacido el día anterior; me hablaste de canciones y poesías, de mis familiares, de tus padres, de la familia. Me rezaste la  Salve a la Virgen de la Encina, que ya Pedro Cózar me había mandado. Fue una mañana inolvidable.

Me pediste que buscara,  como una obra de teatro, sobre la Virgen de la Encina, que recordabas de pequeña, y ni en las cosas de casa de mis padres, ni en la familia, ni en donde pregunté,  pude encontrar nada.

La semana pasada estuve en Baños, para el cumpleaños de mi madre, me enteré de tu  delicada situación, que te habían llevado a Jaén. Llamé a Pedro, tu sobrino, y no quise perturbarte; siempre tenias la casa llena. Si rezamos muchas personas en Baños, por ti.

Hoy con estos recuerdos quiero despedirme y decirte que ya, como  Cirenea toda tu vida, has dejado la Cruz que te mandó llevar el Señor,  para gozar  a su lado  para siempre, eternamente,  junto a tu Virgen de la Encina y a Jesús del Llano.

Descansa en la paz del Señor.

Un beso. Ovoales