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09 febrero 2009

HOY DÍA 9 DE FEBRERO DE 2009, SE CUMPLEN 90 AÑOS DEL FALLECIMIENTO (HECHO OCURRIDO EN BAÑOS EL 09.02.1.919) DE MI BISABUELO D. DIEGO MUÑOZ-COBO ARREDONDO. LA REVISTA DE JAÉN “DON LOPE DE SOSA”, PUBLICÓ LO SIGUIENTE:



"MUÑOZ-COBO Y ARREDONDO

La cultura provincial ha sufrido el día 9 de este mes una dolorosa pérdida. A los 65 años de edad ha fallecido en Baños de la Encina el notable periodista, poeta y literato Istmo. Sr. D. Diego Muñoz-Cobo y Arredondo, que representó en la Diputación los Distritos de Úbeda, Carolina y Villacarrillo-Orcera. Era Comendador de Isabel la Católica y caballero de Carlos III. Había nacido el Torreperogil y actualmente residía en Arjonilla. Colaboró asiduamente en la prensa de Madrid y en la provincial y dirigió el periódico “El Husar”, que se publicó en Jaén hace 30 años. Dotado de un sutil ingenio manejaba la sátira y la ironía con la exquisitez de un clásico. Aún se recuerdan sus artículos llenos de donaire y gracejo, sin que en ellos se llegara nunca a la ofensa personal, tan

fácil de producirse en este delicado género de la literatura periodística.

Escribió trabajos literarios de verdadero mérito y como poeta hizo hermosísimas composiciones. Sus escritos inéditos y sus impresiones íntimas, constituirán, si se publicaran, una excelente historia contemporánea de los hombres que en la esfera inteligente han vivido en actuación laboriosa durante 50 años en la provincia de Jaén. DON LOPE DE SOSA, que en próxima ocasión hará mención justísimo de la personalidad intelectual del Sr. Muñoz-Cobo, envía su pésame sincerísimo a sus hijos D. Diego, D. Joaquín, doña Concepción, D. Enrique y D. Luis Eugenio, así como la demás familia doliente en la que figura el venerado catedrático y exdirector del Instituto de 2ª enseñanza de Jaén Istmo. Sr. D. Luis Enrique Muñoz-Cobo Arredondo su hermano.

[Crónica de urgencia ante la muerte]
LITERATOS Y PERIODISTAS EL HUSAR.

Diego Muñoz-Cobo Arredondo. Es el retrato que acompaña estas líneas el del brillante periodista y notable literato D. Diego Muñoz-Cobo y Arredondo, fallecido en Baños de la Encina el 9 de febrero de 1919. El retrato no es de los últimos días de su vida, sino de la época más intensa de su producción intelectual. “Cada hombre es de su tiempo”, dice el axioma; e interpretando a su manera DON LOPE entiende que la figura de un hombre que se conserva para la posteridad, impresa, pintada o esculpida, ha de ser la de aquellos días de su edad en que, plena de esa vida y de esa inteligencia, culminó su obra y abarcó, desde la cima, mas amplios horizontes, mas extensión de trabajo, mas serenidad de altura. He ahí Muñoz-Cobo, en aquellos años del 1880 a 1890, cuya década fue la mas laboriosa, activa y fecunda de su entendimiento.No va Don Lope a ocuparse de la política, que en esta materia no tiene mas texto, como buen hidalgo español que la Política de Dios y gobierno de Cristo; ni va a hablar del Alcalde del histórico pueblo de Baños de la Encina, celoso por el bien de la comunidad; ni va a traer a cuenta gestiones muy provechosas del diputado de la provincia; ni va a relatar los méritos con que ganó condecoraciones muy dignas; que dignas y estimadas fueron escaso premio de su actuación leal e inteligente. Don Lope va a recordar solamente la obra del periodista, como literato, y del literato como literato. Diego Muñoz-Cobo empezó a escribir desde sus juveniles años de estudiante en Baeza, allá por el 1860, cuando le alentaba Patrocinio de Biedma, la eximia poetisa por la que sintió siempre profunda admiración. Diego Muñoz-Cobo terminó de escribir pocas horas antes de su muerte, a los sesenta y cinco años. Un día sin trasladar al papel una impresión, en verso o en prosa, hubiera sido para él una fecha perdida en el dietario de su existencia. Una cuartilla y una pluma, eran su alegría en las desventuras y su ventura en las horas felices. Parodiando –si él no hubiera odiado las parodias—habría podido exclamar: “Mi ocupación son las letras, mi descanso el escribir”.


Escudo Muñoz-Cobo de la lápida sepulcral del castillo

Allí está Diego Muñoz-Cobo.La literatura y el periodismo, se dividían entonces en bandos: el bando para el estímulo, para el esfuerzo, para la mayor potencialidad creadora, pero no en bandos para clasificar en casillero los efectos y los valores relativos.El supremo magisterio tenia honores de Maestrazgo; el Maestrazgo de la Orden Militar de la Péñola y había para el maestro amor, respeto y disciplina. Llevaba Almendros Aguilar la española caballeresca figura prócer del Maestre y ganaba victorias haciendo fraternizar a los bandos literarios con los dulces sones de la espada y la pluma. Dirigía Pedro de la Garza, La Libertad, y en ella colaboraban, Muñoz-Cobo, Mariano Extremera, “el escultor griego de la sátira política”; Andrés Jurado de la Parra (Valladares), el generalísimo humorista cuya ironía era hermana gemela de su gracia no superada por nadie en las provinciales letras; Manuel Montero, el escritor sereno, ecuánime, heredero de su padre el gran Montero Moya, sobrio en el decir, pero temible por la agridulce prosa de sus epístolas y por el donaire zumbón de sus versos: los versos del llorado Amarguillos.
Mi bisabuelo con mi padre en Arjonilla 1918

Y estos que escribieron en La Libertad, escribieron o colaboraron en El Husar, en cuyo periódico, rodearon como marco de buenas maneras, la figura de Muñoz-Cobo, así como él había rodeado otras figuras, al cooperar en otras publicaciones que no tuvieron su dirección y por lo tanto carecieron de su sello individual característico.

Mi bisabuelo con la Diputación de Jaén

En aquella década y en años posteriores, inmediatamente a ella, ya residiendo en Jaén por sus deberes de diputado, ya en Baños o en Arjonilla, colaboró en la prensa de Madrid; en El Diario Español, de Ortiz de Cantos; en El Resumen, del mayor de los Figueroas; en El Nacional, del menor de ellos; en El Día dirigido entonces por Manjón, otro notable periodista comprovinciano nuestro.Por su íntimo afecto con periodistas, llevó su asidua colaboración a El Adalid de Córdoba, de Enrique y Julio Valdelomar; a El Cronista de Sevilla, de Lorenzo Leal; a La Ilustración Venatoria de Madrid, de Gutiérrez de la Vega, y a El Campo, de Albareda, su buen amigo, camarada y maestro Pepe Luis. Bisabuelos Juana y Diego en 1867, al casarse

Cuando Muñoz-Cobo se encasilló en su casa de Arjonilla, preso de los desengaños de sus políticos amores –como el trovador Marcial, preso de su dama, en el Castillo de la villa de que era Señor el Marqués de Villena,-- escribió poco, para publicarlo. Sus impresiones diarias, las leía a sus hijos, --su público mas querido, su público mas sincero—y las rompía después. Eran casi siempre esos trabajos efectivas expansiones espirituales, cálidas al nacer porque brotaban de un corazón de niño, pero enfriadas al final por la nieve de la experiencia que labran lentamente las horas que pasan. De tal destrucción de cuartillas, salváronse algunas joyas literarias espléndidas; una Carta a Julio Burell, cuando fue en Jaén Gobernador civil; algunos trabajos para Juegos Florales; algún madrigal para un abanico, algún soneto como chispazo luminoso de la, ya entre cenizas, lumbre de sus entusiasmos.
Componía yo el 1911 el Libro “Poetas y Poesías” y accediendo al noble amigo, al hombre bueno que para todos tuvo los tesoros de su alma y de su fortuna, le pedí una suya para insertarla en aquella obra. La que me envió, algo así como una síntesis de su estado de ánimo, añoranza de su dulce pasado, amargura de su cansada edad, fue esta que se titula Tristes memorias :

¿Te acuerdas cuando gocé?
¿Te acuerdas que mi ansia loca
era besarte en la boca
y en la boca te besé?
Así apagaba el ardorde mi pasión y mi anhelo
y así llegaba hasta el cielo
en mis delirios de amor.

Hoy soy viejo y tu pasada
y nos queda vida poca
y ya tenemos la boca
muy sumida y desdentada.
Y aquel amor sensibleque a mi cuerpo daba ardores,
lo trocó el tiempo en dolores
de un reumatismo terrible.
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Así es la ley del progreso
Cuyo injurio es bien sabido:El placer… es un quejido
Y un fuerte dolor… un beso.

Diego Muñoz-Cobo, 1911.
En la semblanza de Muñoz-Cobo y al lado de estos versos humoristas, campoamorianos, escribí entonces; “Si los años y los desengaños le hicieron retirarse a otro Yuste, no sería por cansancio de una vida de campañas valientes y de buen humor, sino para que en las horas postreras no le vieran llorar y ponerse serio”.Alfredo Cazabán

DIEGO MUÑOZ-COBO ARREDONDO
EL HÚSAR

Caricatura del Husar

Ya tuvo ocasión honrosa, el hidalgo DON LOPE, de consagrar delicadísima siempreviva en recuerdo de Diego Muñoz-Cobo, fallecido en esta provincia, de donde era nacido, en el mes de febrero último.
Hijo de ella, pues vivió su luz primera en Torreperogil, puede decirse de él, lo que poeta de Venusa: “No todo ha muerto”. La supervivencia del literato, es un hecho incontrovertible, pero no consuelo ni a sus hijos amantísimos, ni a los que veneramos su memoria con el cariño y con el respeto que aquel gran ingenio nos inspiró. Su vida puede sintetizarse en estos pensamientos: fue un gran corazón, abierto a la caridad por completo; fue un gran idealista que jamás se contaminó con la bajeza y la superchería; vivió con la dignidad prócer con que naciera; murió cristiano, abrazando al Crucifijo; y cultivó las supremas artes del pensamiento, con donosura no igualada, con inspiración verdaderamente soberana.Es cierto que Muñoz-Cobo dedicó cierta parte de su vida a la política, pero aún dentro de ella, se manifestó idealista, y seguía a Romero Robledo por cariño, por afecto personal, pero sobre todo por admiración al genio, porque Romero fue otro idealista sublime, patriota sin tacha, que si hoy viviera no sería comprendido por los hombres, faltos de ideas y ayunos de sentimientos. En Romero, admiraba Muñoz-Cobo el destello de aquel clarísimo intelecto, la aureola genial de aquel gran artista de la palabra, el humorismo sano del andaluz despierto y optimista; y por ello, siguiendo a Romero, mostraba Muñoz-Cobo una modalidad de su temperamento entusiasta del literato. Y fue romerista enfervorizado, al par que adorador de musas; y en la política de aquellos tiempo, veía, no la implacable lucha de ambiciones y de asaltos al poder, sino la nota festiva de vanidades, y el cortejo frívolo de esperanzas no satisfechas, y de realidades iracundas, que siempre acababan más en cómico que en trágico.


Mis bisabuelos con su hija Concha
Y el eco vibrante de sus campañas, fue aquel periódico “El Húsar” que Muñoz-Cobo escribía casi por entero, y en el que, sin herir, se agudizaba con ironía todo lo cual, se comentaba con gracejo lo del día. De aquí la indudable predilección que Romero Robledo sentía por Muñoz-Cobo. Conocía su lealtad acrisolada, su caballerosidad ingénita, su adhesión desinteresada; admiraba sus dotes de inteligencia, de iniciativa y de disciplina; por eso el efecto de Romero era muy acendrado. Y este cariño se manifestaba siempre que le hablaban de Muñoz-Cobo. Interrogado Romero en cierta ocasión, estando en su finca de Antequera, acerca de sus adeptos en la provincia de Jaén, mencionaba como hombres superiores de fe inquebrantable y de inteligencia brillantísima, a Mudarra y Párraga y a Muñoz-Cobo, diciendo del primero que era un soberano de la elocuencia, y del segundo un artista de la pluma, y de ambos, que eran dos meridionales de espléndida fantasía.

El juicio de Romero sobre Muñoz-Cobo fue el de muchos que conocieron su hermosa obra literaria. Así opinaba de él, un egregio poeta, ya fallecido, el ilustre granadino Afán de Rivera, que leyendo la magistral oda con que Muñoz-Cobo honró al inmortal Pontífice León XIII, en las fiestas jubilares que se celebraron en Jaén en el año de 1903, quedó maravillado, ante quien esto escribe, de la fluidez imponderable de aquellos versos, y de la bella genialidad de cantar los triunfos de la Iglesia sobre los poderes de Roma, nombrando en verso a todos los Emperadores. Esta misma opinión manifestaba el llorado maestro Montero Moya, escribiendo un artículo maravilloso, como suyo, en un periódico de Jaén, en protesta por haber sido desierto, por falta de trabajos, un tema de un concurso literario provincial, en aquel tiempo, y en dicho artículo periodístico, expresaba el maestro que a la cabeza de los literatos provinciales figuraba Muñoz-Cobo, por su obra extensa y exquisita.

En la personalidad literaria de éste, se observan, bien definidas, dos épocas o períodos: aquél en que, pletórico de vida y de ilusiones, cultiva la literatura festiva, con todo el gracejo y donaire de su espléndida imaginación; y aquél otro en que, desengañado de las gentes, y del bajo descenso social, se esconde en el amor de los suyos, y en la veneración gratísima de Dios. De esta segunda etapa de su vida, son sus versos más hermosos, sus más vigorosas concepciones. La oda laureada en los juegos florales de Linares de 1901 con el premio de los príncipes de Asturias; la bellísima composición en honra de su Virgen adorada de Sierra Morena, la Santísima Madre de la Cabeza; el canto verdaderamente inmortal, en el jubileo de León XIII, de que antes se hacía mención; la oda, también laureada en el concurso de Jaén, del mes de octubre de 1901; todos ellos son monumentos de inspiración, obra del genio, que inmortalizan al que los escribe, y denotan capacidad y riqueza de sentimientos, en su autor.


* * *

Ya no está, Muñoz-Cobo, entre nosotros, entre los vivos de esta vida medrosa y fugaz. Murió con la muerte del justo, como mueren los cristianos, como mueren los de su extirpe, noble y caballerosa".

L. M. C.


Nota mía: El artículo se ilustra con una fotografía de la caricatura de HUSAR, realizada por Leal en 1903, que está en el gabinete de casa en Baños.

El Bisabuelo está enterrado en el cementerio municipal de Baños, procedente del Castillo, junto con su suegra, mi tatarabuela Catalina Josefa del Mármol Salido, que también estaba en el Castillo y su hijo Joaquín Muñoz-Cobo Jiménez, mi tio abuelo, traslado que se hizo por mi padre y de cuyas lápidas me encargue yo personalmente.



[1] Se llamaba el periódico “El Husar”, aludiendo a los húsares, nombre que recibieron los políticos afectos al Sr. D. Francisco Romero Robledo.
DMC