Hoy
víspera de Reyes, quiero recordar algo que nunca he comentado. Mi padre era un
ser especial. Me viene a la memoria en casa de Tenerife, al pintor y catedrático Paco Baños
(de Linares, donde pinto el retablo de
la Virgen de Linarejos, Cristo Rey en Jaén, San José Obrero en Bailen, la
capillita del río de Linares, entre otras muchísimas obras) con una copa de
fino en la mano, levantándola, ante un nutrido grupo de artistas y profesores
de Bellas Artes, cogiéndome del brazo y mirándome a los ojos dijo: “Por Juan Muñoz-Cobo, el padre de
Diego, la mejor persona que he conocido”. Me quedé aturdido ante esa manifestación
y elogio.
Pero
lo que cuento es mucho antes. Años sesenta vivíamos en Linares, mi
padre era el Administrador de Correos. Al buzón de
correos, llegaban cartas, bastantes en estas épocas, dirigidas a los Reyes Magos. El jefe de cantería se las llevaba a mi padre al despacho. Las leía, las seleccionaba, elegía las más
tiernas, las que el intuía de más necesidad. Por la tarde salía de compras. En su
despacho envolvía la muñeca, el caballo, el juego de construcciones de madera, los lápices de
colores el coche o la cocinita de hojalata; antes de cerrar el paquete, hacia un sencillo dibujo en una cartulina
con unas palabras cariñosas al niño y , claro, por correo urgente, en valija especial, mandaba los paquetes. Claro el remite era
de los Reyes Magos. No dijo nada nunca y no se a cuantos niños y niñas envió sus
regalos.
Nos esteramos de casualidad, al cabo de los
años de que mi padre había sido Rey Mago en Linares.
Mi padre era extraordinario.
DMC