CALLE DE LA AMARGURA DE BAÑOS DE LA ENCINA
La amargura es una calle larga que enlaza la calle Visitación con la Plaza de los Derechos Humanos; empinada, sinuosa, subiendo a izquierda sale la Travesía de la Amargura y a la derecha Desengaño. La casa de Ángel llama la atención con sus plantas y flores en la puerta, y no digamos su patio, con los injertos, bonsais y el taller con mil monerías, de cuero, hueso, y los mas diversos materiales
Calle de casas con dinteles y jambas de piedra, cruces y escudos, puertas de madera y clavos.
La cuesta es pronunciada, hoy lisa la calzada de cemento, lisa y antes de piedra y terriza, para que las caballerías no se escurrieran.
Hoy los costaleros de Cristo con la Cruz a cuestas, de San Juan y de la Virgen, tienen que hacer gran esfuerzo para llevar a los tronos con la máxima dignidad y fervor, en la procesión de la madrugada del Viernes Santo, uno de los tramos más bonito, difícil y elegante, y donde se lucen tanto el Capataz, como los hermanos costaleros.
Ahí vivió Miguelico “El Mono”, cuando en aquella feria, integrante de una orquestina, el bombardino lo habían limpiado con la tierra amarilla, de las Eras de Casa, y para que se secara y deslumbrara con su brillo, lo dejaron en el brocal del pozo. Pero una ráfaga traidora de viento, lo tiro e cayo inexorablemente en el fondo.
El instrumento era fundamental para orquestina, que dirigía Prisco. Echaron los ganchos que tantas veces hemos visto, cuando el cubo de desenganchaba de la soga y quedaba en el fondo. Pero ni el esfuerzo, ni la pericia, ni el tesón, pudieron enganchar el bombardino, y la fiesta se acercaba.
Baños zona minera por excelencia, pidieron un torno, con aquella especia de guadaña, y según me contaba mi padre, a turnos y relevos día y noche, secaron el pozo, pero el bombardino no apareció.
Por esa calle el venero era tan grande que era un auténtico rio bajo tierra, que alimentaba a otros muchos pozos, y la fuerza del agua y la corriente arrastraría el instrumento musical. Pudieron salir del apuro dándole otro a Miguelico. Estoy hablando de los años 1920.
Con la lluvia, el agua baja por mitad de la calle, brilla en las paredes blancas de cal, escurriendo. Sorteo los canalones con el paraguas, por las ventanas bajas se ve el interior de las casas. La tienda de Chivica, está abierta, pero con la oscuridad y la lluvia , parece que es mas tarde. En el mostrador Encarnita atiende a las clientas.
Ya se ve el Santuario del Santo Cristo, la calle Ancha, Canteras y Mestanza, pero eso será ya otro día.
DMC.