Teruel es la capital de la
provincia con el mismo nombre y posee un importante patrimonio artístico
mudéjar (parte del cual ha sido reconocido por la Unesco como Patrimonio de la
Humanidad). Con 35.288 habitantes en 2011, es la capital de provincia menos
poblada de España. Se encuentra en la confluencia de los ríos Guadalaviar (o
Turia) y Alfambra. Situada a una altitud de 912 m su clima se caracteriza por
inviernos fríos y veranos cálidos y secos.
Acueducto |
Entre sus atractivos turísticos
se encuentran sus edificaciones mudéjares, el mausoleo de los Amantes de
Teruel, El Torico y el centro paleontológico Dinópolis. Los monumentos
mudéjares más destacados son la iglesia de Santa María, catedral de la diócesis
de Teruel, y las torres de El Salvador, San Martín y San Pedro, a cuyos pies se
encuentra la iglesia que recibe el mismo nombre.
Teruel estuvo poblada desde los
tiempos de los iberos; los cuales llamaban al lugar Turboleta. El topónimo
Turboleta podría venir del término vasco-íbero itur + olu + eta (lugar de
fuente, manadero), según la teoría del vascoiberismo. Hay restos en el yacimiento
del Alto Chacón. La zona fue ocupada posteriormente por los romanos, quedando
restos en poblaciones cercanas, como los de Cella.
Algunos autores aseguran que en
el mismo emplazamiento de la actual ciudad de Teruel (concretamente en el
barrio de la Judería), se asentaba Tirwal, nombre que procedería del árabe, con
el significado de "torre", enclave musulmán citado en el año 935. Sin
embargo, aunque se ha detectado arqueológicamente la presencia de ocupación
islámica de este espacio, los restos localizados no pertenecen a un núcleo de
población, sino más bien a una construcción defensiva.
El 1 de octubre de 1171 el rey
aragonés Alfonso II tomó Tirwal con la intención de reforzar la frontera
meridional de su reino, que consideraba amenazado por la toma de la ciudad de
Valencia por los almohades. Y en 1171 fundó la ciudad de Teruel, dotándola de
fueros y privilegios para facilitar de este modo la repoblación de la zona.
Según una leyenda, para fundar la
nueva ciudad, los sabios y las gentes principales de villa se reunieron y
buscaron diversas señales y presagios, encontrando favorable el que un toro
mugiera desde un alto (que se correspondería con la plaza principal actual, la
del torico) y que sobre el toro brillara una estrella.
De este encuentro toma según
algunos autores nombre la ciudad, ya que provendría de juntar en una palabra el
vocablo "toro" y el nombre de la estrella, "Actuel",
formando de este modo la palabra "Toroel", y después
"Toruel". De este fortuito encuentro procedería también el símbolo
del toro y de la estrella, que se puede observar tanto en la bandera como en el
escudo de la ciudad, además de en el monumento de las vaquillas (en el que se
observa a un vaquillero confrontándose con un toro y a un ángel situándole la
estrella al toro).
Tras su fundación y repoblación,
se constituyó la comunidad de Teruel, conjunto de aldeas del entorno de la
localidad.
Los habitantes de Teruel
intervinieron en la conquista de Valencia a los musulmanes, y en la Guerra de
los Dos Pedros contra Castilla, siéndole otorgada a la población el título de
ciudad en 1347 por Pedro IV de Aragón gracias a su colaboración en las guerras
de la Unión.
Uno de los hechos más relevantes
de su historia se produjo en las llamadas Alteraciones de Teruel y Albarracín.
Durante el reinado de Felipe II, el Tribunal de la Inquisición cometía
constantes contrafueros, por lo que no fue aceptado por estas poblaciones, provocando
frecuentes alteraciones populares, a veces con violencia hacia los
inquisidores.
Catedral |
En el año 1572 se provocaron tales altercados que el rey,
ejerciendo su autoritarismo, mandó un ejército castellano al mando del duque de
Segorbe a invadir Teruel. Hubo combates durante varios días al estar la ciudad
fortificada, pero finalmente la plaza se rindió el Jueves Santo de aquel año.
Durante una semana se ajusticiaron a los cabecillas en los jardines del Barón
de Escriche, actual Plaza de San Juan, sin que finalmente se solucionara nada.
Este hecho desacreditó enormemente la foralidad aragonesa.
Durante la Guerra de la
Independencia (1808-1814) recibió órdenes del capitán general de Aragón, José
Rebolledo de Palafox para levantarse en armas contra los franceses. Sin
embargo, pocos meses después, y con escasa resistencia, fue ocupada por fuerzas
imperiales al mando del mariscal Suchet, las cuales mantuvieron la plaza bajo
su poder hasta su evacuación en 1813.
Los franceses volaron varias
edificaciones civiles y conventos de la capital, quedando como herencia a estas
destrucciones los actuales espacios abiertos de la plaza del Seminario y el
Óvalo. En 1817 se ejecutaron obras de reparación en el Seminario, que había
sido sede de la guarnición francesa durante la guerra.
Durante las Guerras Carlistas, la
capital se mantuvo fiel a los gobiernos liberales frente al poder carlista del
Maestrazgo, sin ser nunca amenazada por las tropas del general Cabrera, aunque
sí se prepararon expediciones para sofocar el acoso carlista sobre la Tierra
Baja, y para acudir en socorro de la sitiada Alcañiz en 1838. Durante la
Tercera Guerra Carlista la ciudad fue atacada por Marco de Bello y el
pretendiente Alfonso Carlos, con numerosas tropas, pero fracasaron y solo
consiguieron penetrar en los arrabales de la ciudad.
En 1858 destaca la construcción
de la actual fuente del Torico, el icono de la ciudad. A finales del siglo XIX
la ciudad gozó de una cierta prosperidad, propiciada por la pequeña burguesía
que la habitaba.
Fruto de este periodo de prosperidad son las
obras modernistas que salpican el casco urbano, datadas a principios del siglo
XX. Será por estas fechas (1901) cuando llegue el Ferrocarril a la ciudad.
Recién terminada la Guerra Civil,
(Teruel sufrió muchísimo) comenzaron los trabajos de reconstrucción a cargo del
Dirección General de Regiones Devastadas. Su actividad duró hasta mediados de
los años cincuenta, en los que se aprovechó para dotar a Teruel de mayores
espacios abiertos y racionalización de calles. Sus principales actuaciones se
plasman en el Seminario y aledaños, la calle y plaza de San Juan y el conjunto
del Óvalo.
Entre las capitales de provincia
españolas, Teruel es la capital menos poblada, con una población en 2011 de
35.288 habitantes, la que tiene el menor porcentaje de población entre los 15 y
los 29 años y, por el contrario, la capital con el índice más alto de vejez
(personas mayores de 65 años).
En la actualidad, la economía de
la ciudad de Teruel se basa principalmente en sector servicios donde destaca el
sector público y un desarrollado sector turístico, al haberse convertido desde
los años noventa en un destino turístico de interior o cultural.
Existen varias explotaciones
ganaderas e industrias cárnicas, dedicadas principalmente al ganado porcino,
para abastecer el mercado de productos cárnicos con denominación de origen, así
como pienso y abonos derivados. El consejo regulador de la denominación de
origen jamón de Teruel tiene su sede administrativa en la ciudad de Teruel.
Deliciosas migas, que después de tanto Mudéjar |
Debido a la vocación ganadera de
algunas zonas, son populares los platos de carne, sobre todo los que se
fundamentan en cordero (denominado ternasco), el cerdo (y su matanza) así como
de diversos animales de corral. Son conocidas tortas de trigo llamadas «sollapas»
y las caldereta de pastor. Uno de los alimentos más populares es el jamón de
Teruel (que participa en unas tostas denominadas delicias de Teruel: una
especie de pan con tomate) y el ternasco de Aragón. Algunos platos de interés
son los regañaos, las migas turolenses, las sopas de ajo y la sopa de Teruel.
Entre la repostería turolense se encuentran los «suspiros de amante», unos
pastelillos con una base de queso.
Teruel conserva algunos
monumentos que forman parte del lugar Patrimonio de la Humanidad «Arquitectura
mudéjar de Aragón»: la torre, techumbre y cimborrio de la catedral de Santa
María de Mediavilla , la torre e iglesia de San Pedro, la torre de la iglesia
de San Martín y la torre de la iglesia
del Salvador
También existen varios edificios
modernistas, con ejemplos de estilos historicistas, como el neomudéjar. La Casa
de Tejidos El Torico, en la plaza Carlos Castel, o la Escalinata, son,
respectivamente, ejemplos de los citados estilos. Además, la ciudad conserva
algunos edificios góticos que tienen su mejor exponente en la iglesia de San
Francisco. También cabe destacar de esta época sus murallas o aljibes.
Del siglo XVI,
destaca el mayor acueducto construido en España en el Renacimiento, conocido
como Los Arcos. Además de esta época destaca el palacio de la comunidad de
aldeas de Teruel, actualmente Museo Provincial, dentro del llamado estilo
aragonés (Renacimiento).
Otro lugar de interés es la fuente del Torico y su plaza,
punto de reunión, centro neurálgico y símbolo de la ciudad.
Sus fiestas patronales se
celebran en la primera quincena de julio y duran una semana. Los días más
importantes son el segundo fin de semana, cuando trascurren las Fiestas del
Ángel.
Como una alternativa más familiar
cada año se celebran las Bodas de Isabel de Segura, el fin de semana más
próximo al 14 de febrero, en memoria de Los Amantes de Teruel, Juan Martínez de
Marcilla, llamado popularmente Diego de Marcilla, e Isabel de Segura. Miles de
turolenses se visten con atuendos altomedievales, también se instala un variado
mercadillo y se engalanan las calles trasladando la atmósfera de la ciudad al
Siglo XIII.
El martes de Pascua se celebra el
Sermón de las Tortillas. Tiene su origen en la fundación cristiana de la
ciudad, cuando el martes de Pascua de cada año los turolenses elegían los
cargos del concejo. La celebración consiste en disfrutar de una comida al aire
libre en los alrededores de la ciudad.
Su semana santa destaca por su sobriedad
y el retumbar de tambores, bombos y timbales, así como el paso de las
procesiones.
La primera vez que estuve en
Teruel, procedente de Cuenca para el túnel
de Biella y Lourdes, al ver el torico me
dio una risa cansina, con todo mi respeto a los turolenses. No me lo esperaba, así
de pequeño, encima de esa columna tan alta. Pero me encanta.
El paseo por la ciudad, el mudéjar y sus torres, la
Catedral, los edificios modernistas, las terrazas, los amantes. Todo te invita
a meditar y a soñar.
DMC