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18 septiembre 2012

TERUEL, LA CIUDAD DEL MUDEJAR.



Teruel es la capital de la provincia con el mismo nombre y posee un importante patrimonio artístico mudéjar (parte del cual ha sido reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad). Con 35.288 habitantes en 2011, es la capital de provincia menos poblada de España. Se encuentra en la confluencia de los ríos Guadalaviar (o Turia) y Alfambra. Situada a una altitud de 912 m su clima se caracteriza por inviernos fríos y veranos cálidos y secos.
Acueducto

Entre sus atractivos turísticos se encuentran sus edificaciones mudéjares, el mausoleo de los Amantes de Teruel, El Torico y el centro paleontológico Dinópolis. Los monumentos mudéjares más destacados son la iglesia de Santa María, catedral de la diócesis de Teruel, y las torres de El Salvador, San Martín y San Pedro, a cuyos pies se encuentra la iglesia que recibe el mismo nombre.

Teruel estuvo poblada desde los tiempos de los iberos; los cuales llamaban al lugar Turboleta. El topónimo Turboleta podría venir del término vasco-íbero itur + olu + eta (lugar de fuente, manadero), según la teoría del vascoiberismo. Hay restos en el yacimiento del Alto Chacón. La zona fue ocupada posteriormente por los romanos, quedando restos en poblaciones cercanas, como los de Cella.

Algunos autores aseguran que en el mismo emplazamiento de la actual ciudad de Teruel (concretamente en el barrio de la Judería), se asentaba Tirwal, nombre que procedería del árabe, con el significado de "torre", enclave musulmán citado en el año 935. Sin embargo, aunque se ha detectado arqueológicamente la presencia de ocupación islámica de este espacio, los restos localizados no pertenecen a un núcleo de población, sino más bien a una construcción defensiva.

El 1 de octubre de 1171 el rey aragonés Alfonso II tomó Tirwal con la intención de reforzar la frontera meridional de su reino, que consideraba amenazado por la toma de la ciudad de Valencia por los almohades. Y en 1171 fundó la ciudad de Teruel, dotándola de fueros y privilegios para facilitar de este modo la repoblación de la zona.

Según una leyenda, para fundar la nueva ciudad, los sabios y las gentes principales de villa se reunieron y buscaron diversas señales y presagios, encontrando favorable el que un toro mugiera desde un alto (que se correspondería con la plaza principal actual, la del torico) y que sobre el toro brillara una estrella.

De este encuentro toma según algunos autores nombre la ciudad, ya que provendría de juntar en una palabra el vocablo "toro" y el nombre de la estrella, "Actuel", formando de este modo la palabra "Toroel", y después "Toruel". De este fortuito encuentro procedería también el símbolo del toro y de la estrella, que se puede observar tanto en la bandera como en el escudo de la ciudad, además de en el monumento de las vaquillas (en el que se observa a un vaquillero confrontándose con un toro y a un ángel situándole la estrella al toro).
Tras su fundación y repoblación, se constituyó la comunidad de Teruel, conjunto de aldeas del entorno de la localidad.

Los habitantes de Teruel intervinieron en la conquista de Valencia a los musulmanes, y en la Guerra de los Dos Pedros contra Castilla, siéndole otorgada a la población el título de ciudad en 1347 por Pedro IV de Aragón gracias a su colaboración en las guerras de la Unión.

Uno de los hechos más relevantes de su historia se produjo en las llamadas Alteraciones de Teruel y Albarracín. Durante el reinado de Felipe II, el Tribunal de la Inquisición cometía constantes contrafueros, por lo que no fue aceptado por estas poblaciones, provocando frecuentes alteraciones populares, a veces con violencia hacia los inquisidores.
Catedral

 En el año 1572 se provocaron tales altercados que el rey, ejerciendo su autoritarismo, mandó un ejército castellano al mando del duque de Segorbe a invadir Teruel. Hubo combates durante varios días al estar la ciudad fortificada, pero finalmente la plaza se rindió el Jueves Santo de aquel año. Durante una semana se ajusticiaron a los cabecillas en los jardines del Barón de Escriche, actual Plaza de San Juan, sin que finalmente se solucionara nada. Este hecho desacreditó enormemente la foralidad aragonesa.

Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) recibió órdenes del capitán general de Aragón, José Rebolledo de Palafox para levantarse en armas contra los franceses. Sin embargo, pocos meses después, y con escasa resistencia, fue ocupada por fuerzas imperiales al mando del mariscal Suchet, las cuales mantuvieron la plaza bajo su poder hasta su evacuación en 1813.

 Los franceses volaron varias edificaciones civiles y conventos de la capital, quedando como herencia a estas destrucciones los actuales espacios abiertos de la plaza del Seminario y el Óvalo. En 1817 se ejecutaron obras de reparación en el Seminario, que había sido sede de la guarnición francesa durante la guerra.

Durante las Guerras Carlistas, la capital se mantuvo fiel a los gobiernos liberales frente al poder carlista del Maestrazgo, sin ser nunca amenazada por las tropas del general Cabrera, aunque sí se prepararon expediciones para sofocar el acoso carlista sobre la Tierra Baja, y para acudir en socorro de la sitiada Alcañiz en 1838. Durante la Tercera Guerra Carlista la ciudad fue atacada por Marco de Bello y el pretendiente Alfonso Carlos, con numerosas tropas, pero fracasaron y solo consiguieron penetrar en los arrabales de la ciudad.

En 1858 destaca la construcción de la actual fuente del Torico, el icono de la ciudad. A finales del siglo XIX la ciudad gozó de una cierta prosperidad, propiciada por la pequeña burguesía que la habitaba.

 Fruto de este periodo de prosperidad son las obras modernistas que salpican el casco urbano, datadas a principios del siglo XX. Será por estas fechas (1901) cuando llegue el Ferrocarril a la ciudad.

Recién terminada la Guerra Civil, (Teruel sufrió muchísimo) comenzaron los trabajos de reconstrucción a cargo del Dirección General de Regiones Devastadas. Su actividad duró hasta mediados de los años cincuenta, en los que se aprovechó para dotar a Teruel de mayores espacios abiertos y racionalización de calles. Sus principales actuaciones se plasman en el Seminario y aledaños, la calle y plaza de San Juan y el conjunto del Óvalo.

Entre las capitales de provincia españolas, Teruel es la capital menos poblada, con una población en 2011 de 35.288 habitantes, la que tiene el menor porcentaje de población entre los 15 y los 29 años y, por el contrario, la capital con el índice más alto de vejez (personas mayores de 65 años).
En la actualidad, la economía de la ciudad de Teruel se basa principalmente en sector servicios donde destaca el sector público y un desarrollado sector turístico, al haberse convertido desde los años noventa en un destino turístico de interior o cultural.

Existen varias explotaciones ganaderas e industrias cárnicas, dedicadas principalmente al ganado porcino, para abastecer el mercado de productos cárnicos con denominación de origen, así como pienso y abonos derivados. El consejo regulador de la denominación de origen jamón de Teruel tiene su sede administrativa en la ciudad de Teruel.
Deliciosas migas, que después de tanto Mudéjar

Debido a la vocación ganadera de algunas zonas, son populares los platos de carne, sobre todo los que se fundamentan en cordero (denominado ternasco), el cerdo (y su matanza) así como de diversos animales de corral. Son conocidas tortas de trigo llamadas «sollapas» y las caldereta de pastor. Uno de los alimentos más populares es el jamón de Teruel (que participa en unas tostas denominadas delicias de Teruel: una especie de pan con tomate) y el ternasco de Aragón. Algunos platos de interés son los regañaos, las migas turolenses, las sopas de ajo y la sopa de Teruel. Entre la repostería turolense se encuentran los «suspiros de amante», unos pastelillos con una base de queso.

Teruel conserva algunos monumentos que forman parte del lugar Patrimonio de la Humanidad «Arquitectura mudéjar de Aragón»: la torre, techumbre y cimborrio de la catedral de Santa María de Mediavilla , la torre e iglesia de San Pedro, la torre de la iglesia de San Martín  y la torre de la iglesia del Salvador
También existen varios edificios modernistas, con ejemplos de estilos historicistas, como el neomudéjar. La Casa de Tejidos El Torico, en la plaza Carlos Castel, o la Escalinata, son, respectivamente, ejemplos de los citados estilos. Además, la ciudad conserva algunos edificios góticos que tienen su mejor exponente en la iglesia de San Francisco. También cabe destacar de esta época sus murallas o aljibes.

 Del siglo XVI, destaca el mayor acueducto construido en España en el Renacimiento, conocido como Los Arcos. Además de esta época destaca el palacio de la comunidad de aldeas de Teruel, actualmente Museo Provincial, dentro del llamado estilo aragonés (Renacimiento).

Otro lugar de interés es la fuente del Torico y su plaza, punto de reunión, centro neurálgico y símbolo de la ciudad.
Sus fiestas patronales se celebran en la primera quincena de julio y duran una semana. Los días más importantes son el segundo fin de semana, cuando trascurren las Fiestas del Ángel.
Como una alternativa más familiar cada año se celebran las Bodas de Isabel de Segura, el fin de semana más próximo al 14 de febrero, en memoria de Los Amantes de Teruel, Juan Martínez de Marcilla, llamado popularmente Diego de Marcilla, e Isabel de Segura. Miles de turolenses se visten con atuendos altomedievales, también se instala un variado mercadillo y se engalanan las calles trasladando la atmósfera de la ciudad al Siglo XIII.

El martes de Pascua se celebra el Sermón de las Tortillas. Tiene su origen en la fundación cristiana de la ciudad, cuando el martes de Pascua de cada año los turolenses elegían los cargos del concejo. La celebración consiste en disfrutar de una comida al aire libre en los alrededores de la ciudad.
Su semana santa destaca por su sobriedad y el retumbar de tambores, bombos y timbales, así como el paso de las procesiones.

La primera vez que estuve en Teruel, procedente  de Cuenca para el túnel de Biella  y Lourdes, al ver el torico me dio una risa cansina, con todo mi respeto a los turolenses. No me lo esperaba, así de pequeño, encima de esa columna tan alta. Pero me encanta.

El paseo por la ciudad, el mudéjar y sus torres, la Catedral, los edificios modernistas, las terrazas, los amantes. Todo te invita a meditar y a soñar.

DMC

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