MIERCOLES SANTO. VIACRUCIS
BAÑOS DE LA ENCINA
Entré pronto en la Iglesia de San Mateo. La penumbra
invitaba al respeto y a la oración.
Sin dame cuenta estaba en la Capilla de
Cristo. Impresionaba Jesús clavado en la Cruz, tendido en el suelo. Unas flores
a los pies y el Estandarte.
Me quede sobrecogido, instintivamente rece y
me persigné. Quieto, en silencio mirando esa cara dolorida.
El cuerpo ensangrentado.
Las manos machacadas con los clavos ¡Que
dolor!
Los pies clavados.
Y esa cara de dolor, de inmenso dolor, de
muerte.
El Viacrucis alrededor del Castillo es
sobrecogedor.
La figura de Cristo portada por los nazarenos
con la túnica y sin capirote aumenta el dramatismo.
Las pocas velas y escasas luces. Los niños
Las almenas y durante 98 años fueron guardianas
de los restos mortales de nuestros antepasados. Recuerdo ver las tumbas de mi
tatarabuela Catalina y de mi bisabuelo Diego.
Las sombras reflejadas por un lado y el
espejo de las colas.
Las estaciones leídas con devoción y emoción.
Los canticos, el eco de las pisadas.
La grandeza del Cristo muerto y la Almena
Gorda.
La estrechez, el olor de la noche. El reflejo
de las nubes.
La oración cayada, intima.
Dolores llorando acercándose a darle un beso
a la Cruz bendita.
Mi madre en su ventana, como siempre. Ahí.
Emocionada, con los brazos sobre el pecho en oración.
Regreso, penúltima estación en el atrio. Emoción.
Al Altar Mayor. Ultima estación, palabras de
Don Manuel. Padre Nuestro y llevado por los Hermanos, el Cristo regresa a su
Capilla.
Preparación para el triduo Pascual. Mañana Jueves
Santo.
DMC