Siempre es un espectáculo la recolección de la aceituna, y eso que como ya he comentado, se va más deprisa y se convine menos, hay menos chascarrillos y ya no es tanto el “noticiero local”.
Pero me gusta estar en el campo, hablar con la gente, ayudar, y echar una mano en lo que pueda. A veces me da un poco de apuro hacer fotografías, y siempre procuro que queden bien, no primeros planos, sino mas de conjunto.
Hay que ir guardándolas porque, sin duda si nos sorprenden las de los años sesenta y setenta, pronto estas nos asombraran.
Y no tardará que se creen mas empresas (ya las hay), que vayan recogiendo las fincas de olivos por los pueblos. No tardara.
Hoy, quizás porque desde muy pequeño me llevaba mi padre, y nos ponía tarea (tantos cubicos), y me gustaba comer con la cuadrilla, alrededor de unas buenas ascuas, sentados en mitad de la “camá”. Confieso ahora que pensaba, que la comida que llevaban todos era mas rica que la nuestra, que nuestra talega, y siempre te daban, o una sardina en tomate, o aquellos guisados de carne exquisitos.
Un año que me hice cargo de la recolección, vivíamos en Linares, la talega me la preparaba Leonarda, pues estaba todo el dia en el campo, incluso con el tractor, por la noche me invitaban a cenar: Recuerdo y se lo digo, el cocido en casa de Angelita y Rafael; el caldo sobre las rebanadas muy finas de pan, con la tapadera de la olla para que no se escaparan los garbanzos, las cucharas, para que no se cayera la gota, con el pan debajo, y luego los garbanzos con toda la “pringá”, acompañados de rábanos tan ricos, y aceitunas machacas.
Se cenaba pronto y a la casa a dormir, había que madrugar, además no había televisión.
Fueron muchas casas, las que tuve el privilegio de estar sentado a su mesa compartiendo su cena, en aquellas noches, una vez que se venia del campo, se lavaba uno un poco y cambiaba de ropa. De verdad, recuerdo aquellas cenas, como maravillosas. Yo tendría cerca de los 18 años.
DMC