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27 diciembre 2009

HACE 40 AÑOS TERMINE MI CARRERA DE FIILOSOFIA Y LETRAS.(1969-2009)

El año 1969, tuvo para mi dos grandes acontecimientos, que cumplen ahora cuarenta años.

En el mes de mayo, se celebraban los actos del Milenario del Castillo, con un año de retraso, y en el mes de junio terminaba mi carrera de Filosofía y Letras, en las Ramas de Geografía, Historia y Arte, en la Universidad Complutense de Madrid, sin duda la mas prestigiosa de la época.

Había iniciado los estudios de Letras en la Universidad de Granada, en el curso 1964-65. Vivamos entonces en Linares donde mi padre estaba destinado, Jaén no tenia Universidad, y era Granada lo mas cercano.

Terminado el curso de Preuniversitario, me fui a Granda a buscar una pensión; por mediación de un amigo de Linares Antonio Criado, fallecido hace ya tiempo, encontré una casa de una viuda de un Secretario de Ayuntamiento, Doña Concha, en la calle Alhóndiga, muy cerca de la Facultad y en el mismo centro, donde pasaría los dos años de estudios allí.

Granada es una ciudad preciosa, maravillosa y en ambiente de estudiantes magnifico.Los estudiantes ya se sabe, poco dinero y mucho estudio, en una ciudad que con solo pasear y ver era mas que suficiente, siempre uno guardaba 1,5 pesetas para tomarse entonces un vino tinto con una tapa, un café 4 pesetas, la cama, de la pensión 20 diarias, y una comida 17 (dos platos pan y postre, y el agua a discreción), en los comedores del

SEU, 15 con derecho a repetir el primer plato lo que quisieras, y el bollo de pan una pesetilla.

Los miércoles podíamos ir al cine dos estudiantes con una entrada, nos salía 3,50 ptas. Y con unas cosas y otras, mucho paseo y mucho hablar en las cafeterías sin consumir se pasaba el tiempo.

Saque buenas notas, no he sido mal estudiante, y aquel verano, se pasó en Baños, como todos, con el pantano y la huerta de casa.

En el curso 1965-1966, iniciaba segundo de carreta, ya era casi importante; mi hermana empezaba Letras también, y a ella le buscaron una casa al frente de una señora viuda. Recuerdo que ella estaba siempre a la cuarta pregunta en cuanto a dinero y me pedía adelantos ya casi a mediados de mes; pero salíamos adelante.

Los últimos días de mes con un tique de comida en el SEU, comíamos varios el primer plato, y por una peseta el pan, ya que se podía repetir, nos poníamos en la cola, y buscábamos la cuchara, y al menos un buen plato de cocido, fabada o un primer plato y te ibas” apañao”

Yo este año cambie de compañero de cuarto, se fue Criado y llegó un amigo de Ibros, Antonio Suárez, su madre viuda, tenia una tienda en lel pueblo y de vez en cuando a lo largo del mes le mandaba paquetes de comida, avisaba a mi hermana y el chocolate o el chorizo, siempre había tiempo para probarlo. A Antonio Suárez le perdí la pista, era bastante bohemio y andarín y ya en aquellos tiempos tuvo problemas con los palestinos, por esas tierras de Dios.

Uno de los amigos, Juanjo, de ascendencia Argentina, heredó mil dólares de un abuelo de allá, y la verdad que daban mucho juego pero éramos muchos a su alrededor, y el era muy generoso, los fundimos pronto, pero nos dieron para mucho; tenia entonces coche un MG, donde entrábamos hasta 8 y una guitarra que iba por fuera, rebuscábamos los bolsillos y le poníamos cinco o seis pesetas de gasolina.

Tenia un compañero, sobrino carnal de García Lorca, hijo de una hermana, y los fines de semana íbamos a la Huerta de San Vicente, hoy Muse del poeta, a celebrar la llegada de la primavera, a celebrar unas juegos florales, unas jornadas de lo que fuera, o simplemente de guateque; la huerta estaba muy a las afueras, hoy rodeada ya de edificios y barrios. Repasábamos asignaturas, a mi se me daba bien el latín y echaba unas manos, a compañeros, mas atrasados.

Para el árabe, que llegue a leer periódicos y a escribidlo bastante bien, asistía por las tardes a la Escuela de Estudios Árabes, en un precioso Carmen del Albaicin donde se daban clases gratis.

Los domingos, siempre falto de dinero, iba a la Alhambra, gratis la entrada para estudiantes, con un libro y pasaba allí la mañana, y algunas veces incluso se podía “ligar” algo con las extranjeras o alguna despistada de la tierra y servirles un rato de cicerones explicándoles el Patio de los Arrayanes, Comares, el Patio de los Leones o hablarles de Washinton Irving, el escritor estadounidense, afincado en Granada que incluso vivió alli y que escribió “Cuentos de la Alhambra”.

Al volver a Baños, ya mi padre planteo el tema de que el curso próximo se iría el cuarto de los hermanos a estudiar fuera, y era mucha carga (dos en Madrid y dos en Granada), asi que había pedido traslado a Madrid. Se busco y alquilo casa, y todos bastante compungidos, en el coche de Matías Ortega, a principios de septiembre todos a Madrid. Antes me había desplazado a Granada para los tramites del cambio de Matricula, una vez autorizados a cursar en la Complutense. Era el curso 1966-1967.

Note el cambio en muchos sentidos. Lo positivo que vivía en casa con los padres y hermanos, y fuera cualquier día del mes tendría la comida en casa, la ropa limpia y las comodidades y el cariño. Lo negativo adaptarse a una Universidad mucho mayor, a una ciudad enorme, y carísima, allí de estudiante en casa sin un duro. Había muy pocos medios, y pocos libros, teníamos que ir a las Bibliotecas, hacer colas para conseguir los libros, para sacar los apuntes, no había fotocopiadoras, ni ordenadores; apuntes a mano, siempre use estilográfica, me gustaba y ademas la letra la entendía después; el bolígrafo se escurría, y al final había que "traducir lo escrito"

Tuve que empezar a buscármelas, vendía mantecados en Navidad, periódicos en todo tiempo , papel usado y empecé a dar unas clases particulares, de latín que eran apreciadas.

Ya me habían medido para el Servicio Militar, en el ayuntamiento de Baños; recuerdo que Manolo Estepa me rellenó la cartilla, la "verde", pero por estudios había pedido prorroga, y empezaron las gestiones para ingresar en la IPS. Instrucción Premilitar Superior, para ello además de las correspondientes instancias, había que superar unas pruebas físicas muy duras, subir la cuerda lisa de cinco metros, correr cien metro en no cuantos segundos, salto de altura, salto del potro, había que estar preparado para superarlas, y por las tardes íbamos a entrenar al polideportivo de la Ciudad Universitaria. Superadas las pruebas se inicio un viacrucis de vacunas, en varias sesiones, con el torso descubierto, nos ponían en los dos brazos, con una pistola, y mientras con un hisopo te daban yodo en la espalda y te hincaban agujas grañidísimas, al seguir andando en la cola se movían y mas de uno caía redondo mareado, al ver el espectáculo, pero eramos muy jóvenes.

Los días siguientes con fiebre y malísimos (esto se hacia por Semana Santa).

En Mayo los exámenes, especiales para los de las Milicias Universitarias, ya que el día 1 de junio, por la tarde, de uniforme (nos distinguíamos según las carretas, por los cordones que iban del hombro al pecho, uno era gris, común para todo y el otro en mi caso de Filosofía, azul celeste), salíamos de la Estación Príncipe Pío hacia Segovia. Si, nos despedía una banda militar tocando pasodobles y marchas militares, y algunos familiares y amigos. En Segovia unos camiones militares nos llevaban hasta el campamento de la Granja, llamado El Robledo.

El 18 de julio de ese año de 1967, juré bandera, terminábamos el 31 de agosto. Había que estudiar para no repetir, y salir asimilado a sargento, ese primer curso.

En el curso de q967-68 ya empezaba cuarto de carrera. Fue un año muy convulso, huelgas, que terminaron con el cierre de la Universidad muchos meses, y tener que hacer los exámenes, los de Milicias fuera de la Universidad, en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, o en el Museo Arqueológico Nacional, donde su Director era Catedrático de Arqueología y Numismática. El Campus Universitario parecía un campo de batalla; la policía, “los grises” a caballo, en camionetas, apostados en las terrazas de las Facultades, por todas partes.

Las cargas, las pedradas, las carretas, los palos con los vergajos, eran a cada momento, estábamos en el Mayo francés

Recuerdo que tenia un examen por la tarde, había anunciado un concierto de Raimon, en la Facultas de Económicas, al lado, al llegar estaba mas que asustado, que también, sorprendido, estaba todo tomado. Teníamos que entrar con el DNI casi en los dientes, para pasar los controles. Se celebro el examen en Filosofía y se oia muchas voces y jaleos, gritos, el “a, e, i, o u, borriquito como tu, que no sabes ni la u” coreado a la policía, las carreras y las cargas, las tanquetas tirando agua

Al salir me tuve que ir a la autopista de la Coruña, y haciendo auto estop, por el Pardo, llegar a la Plaza de Castilla y regresar a Moncloa, donde vivíamos, toda la vuelta a Madrid.

El 1 de junio de nuevo al Campamento “El Robledo”, pero ya no éramos malditos de primer curso, sino veteranos.

Terminado el verano, el 31 de agosto a casa y ya propuestos al empleo de Alféreces, o Sargentos, yo tenia buen numero, buenas notas y salí de Alférez.

Septiembre se pasaba sin darte cuenta y de nuevo el curso, ya quinto y ultimo, viaje fin de carreta, y todas esas cosas. La comisión organizadora, determinamos que podríamos hacer para sacar dinero, buscar padrinos y viaje, y la fecha mejor. Se concreto en que iríamos a Gracia, y como mejor fecha por el precio en Marzo, 15 días ya que el viaje seria en barco, costeando por el mediterráneo.

La Familia Fiero accedió s ser nuestros padrinos. Mingote, el celebre dibujante humorista del ABC, nos hizo una viñeta, que regalo, para hacer una carterilla de cerillas, y otras cosas.

Tendríamos cena de gala, en el Hotel Palace de Madrid, que costaba 125 pesetas el cubierto, y baile. Cuando nos dimos cuenta, había que confirmar la ida, de mi curso, fuimos noventa, 80 chicas y 1º chicos, dos de ellos sacerdotes

El viaje era Madrid en autobús, con comida en Zaragoza y cena y hotel o pensión en Barcelona. Tengo un recuerdo de allí, salimos después de cenar por el barrio gótico, Santa María del Mar; la verdad es que eran casi todo el grupo de chicas, por una de aquellas esquinas se empezaron a meter con ellas, y salí en defensa, al oírme se callaron y disculparon “creíamos que iban solas” dijeron, diciéndoles yo que peor aun. Por ello me dieron el premio a la caballerosidad, que consistió en un cenicero, cara de fauno o demonio de Pompeya.

Al dia siguiente, por la tarde salíamos en el Barco Karadeniz de bandera turca, hacia Marsella, se llegaba por la mañana y se podía visitar la ciudad, de ahí a Genova, con su celebre cementerio que es un autentico museo de escultura y costumbrismo, a Nápoles, donde visitamos las ruinas de Pompeya, que fue sepultada en el año 69 de Cristo, por una erupción del Vesubio, y que estuvo olvidada hasta el siglo XVIII , siendo uno de los pioneros e impulsores nuestro Carlos III.

De Nápoles, pasando por el estrecho de Mesina, que radio macuto decía que rea de muchísimo oleaje, entre la punta de la bota italiana , en la región de Calabria y Sicilia. Pasamos de noche, me habia levantado y se veian con toda nitidez las luces de las dos orillas.

Un día en el mar y a la tarde siguiente al puerto del Pireo, una semana en Atenas, con visitas a Cabo Sunión, Corinto, con su famoso y estrecho Canal, Delfos, donde me impresionó el Auriga Corinto, y Atenas, el Partenón, las cariátides, el museo interior, el Agora, donde predicó San Pablo, las iglesias bizantinas, las calle, el cordero asado en los puestos callejeros.

Una semana alli inolvidable y el regreso en Barco, tocando de nuevo Nápoles, ya por el estrecho de Bonifacio, que separa Córcega de Cerdeña a Marsella, Barcelona y Madrid., encerrarse y estudiar para los exámenes y terminar el curso y la carrera.

Ya han pasado 40 años y parece que fue ayer

DMC.

[La mayoría de las fotografías son del viaje fin de carrera. Otros medios]