La Palma es llamada la “Isla bonita” o la “Isla
de las estrellas”. Cualquier denominación queda corta.
He pasado seis días con mi hija y el marido,
para echarle una mano y hablar de todo
de sus proyectos.
La vida allí es muy sencilla. Viven en Las
Cadenas, un barrio de Barlovento (4 casas) y gran parte del tiempo estábamos en
“La Florida” la finca que están formando con mucho esfuerzo.
Gallinas, conejos, pollos de engorde, cabras
y ovejas y tres perros. Son sus animales.
Hay que darles de comer y se combina el plátano y el monte, que hay que
cortar y picar. Brezo , con un tronco casi sanguíneo y unas ramas con varios
tonos de verde.
La tierra hay que prepararla, haciendo
terrazas. Quitar las piedras, algunas muy grandes, quitar zarzas y otras yerbas
y luego cavar.
Compraron una moto cultivadora y allí estábamos
apretando para que las rejas de los arados se hundieran en la tierra.
Ahora es el momento de sembrar las
papas.
Los árboles frutales, casi recién plantados,
ya están con las yemas reventando.
Desde la finca el mar esta a tiro de piedra. Se oyen las olas
cuando rompen con las rocas.
Las flores lo inundan todo y en las
carreteras se ven preciosidades, como esas gitanillas que cubren el muro o esas
flores de pascua, que han perdido las hojas verdes y todo el de color rojo.
Gamonitos como los de Baños, con sus flores
blancas, contrastan con las amarillas,
cuyo nombre no lo sé aun.
La comida allí es sencilla, y buena. Carne de
cochino a la brasa y pescados. Comimos en casa lisa a la sal y pulpo.
Frutas, con el plátano como protagonista
principal, naranjas y las chinas (mandarinas), mango, durazno, peras, manzanas,
todas en general y aguacates, junto con todas las verduras de huerta.
El domingo oímos misa en San Andrés, con una
iglesia, dedicada al santo, del XVI de tosca y madera.
La plaza con el sol radiante y las palmeras,
asi como el colorido de las flores y plantas invitan a quedarse.
Seis días en La Palma. Da para mucho pero
siempre quedan cosas. Hay que volver.
DMC