CASTILLO DE BURGALIMAR DE BAÑOS DE LA ENCINA. LAS ALMENAS
La noche era impresionante, sensaciones, vivencias, colores, sonidos, sombras y colores en la oscuridad.
Subí las escaleras que dan a la base de la Almena Gorda; el Castillo en obras y estaba cortado el acceso por los corrales; había que dar la vuelta, por la muralla de poniente.
Aún quedaba un reflejo de luz en el cielo; azul oscuro, entre nubes blanquecinas, con los olivos plateados.
Los lienzos de muralla verdeaban, brillaban a veces con ese amarillo oro de la anochecida. Se reflejaban las sombras de los arbustos, como espectros vivientes.
Mi imagen, el contorno de mi silueta, quería hablarme en esa soledad y en esa grandeza de los lienzos de muralla, tantas veces vistos y admirados.
En la noche, con la poca luz de la iluminación, las almenas se agrandaban, se erguían mas, de agrandaban, amarilleaban; Baños en la soledad de la noche, la sierra adormecida, el Castillo brillando, dando luz, como siempre hizo, dando seguridad a los moradores, siempre alerta, siempre vigilante.
Señor del Cueto, del Ruedo, de toda la campiña por un lado, guardián de Valdeloshuertos, de nuestra sierra.
Gemelo, sentado, recostado, junto a Santa María del Cueto, y luego frente a la Parroquial de San Mateo, velando, defendiendo.
Admirado por todos, en la noche enloquece, asombra, enamora, asusta, embruja.
Miras y vuelves, las almenas, sobre esa roca viva del cerro: Seguro. Ha vencido en mil batallas y en mil avatares, y pese al mal trato que se le dio en muchos años, ahí está. Referencia. ¿¡Conoces Baños? Preguntas, y te dicen: Si tiene un Castillo milenario, yo lo vi desde lejos, como un faro en la mar, me atrajo, me cautivo.
Quizás nosotros que hemos nacido bajo sus muros, que jugamos en su recinto, como si fuera nuestro parque de atracciones (¡Que paradoja en un Monumento Nacional), que lo hemos visto todos los días, no le dimos el valor, y la importancia que tiene.
Mi padre, pese a lo que puedan decir algunos, aun hoy, fue el que lo dio a conocer, hizo los primeros estudios y los publicó, invitando a que siguieran sus pasos.
Cuando llegó al Ayuntamiento como Alcalde, en los cincuenta, me lo contó muchas veces, en el inventario, había un asiento que decía: " UN CASTILLO, MIL PESETAS". ¡ Así valorabamos nuestras cosas!
DMC