MARTES DE CARNAVAL
Martes de Carnaval en Santa Cruz de Tenerife. Fiesta local. Día principal, por la tarde el Gran apoteosis o Corso de Carnaval.
Cientos de grupos por la Avenida de Anaga y Marítima, a lo largo de varios kilómetros, y miles de espectadores y participantes. Lucimiento de participantes, y gran homenaje a la mascara. ¡Mascarita, mascarita, no me conoces!
De Baños tengo pocos recuerdos, se celebraba muy poco, incluso estaba prohibido, mi padre siendo alcalde levantaba la prohibición de celebraciones en el Casino y teatro-cine, y claro paseaban los participantes por las calles; en la plaza algunos corros. Mi madre el otro día, por teléfono me tarareaba, esta cancioncilla:
Vamos a jugar al corro
que se acaba el Carnaval
y viene la Semana Santa
y tenemos que rezar.
El carnaval ha estado en todas las manifestaciones artísticas, tanto populares como refinadas y en todos los tiempos. En la literatura, encontramos ya la lucha entre Don Carnal y Doña Cuaresma del Arcipreste de Hita, de mediados del siglo XIV en su “Canto del Buen Amor”, en la poesía, con grandes poetas de la literatura, como Gustavo Adolfo Becker, o Rubén Darío.
En pintura recordamos el famoso “Entierro de la sardina” de Francisco de Goya y Lucientes.
En la música, tanto la sinfónica, como la Opera. Recuerdo, en la Traviata de G. Verdi, con libreto de Piave, basado en la obra de A. Dumas, “La Dama de las Camelias”, como al final, la protagonista Violeta Valery, tocada de muerte, con una tisis sin remedio, pide un sacerdote, para confesarse; está el amante Alfredo Germont, y mientras oímos la música genial del maestro Verdi, en esta escena sobrecogedora, viendo como se le va la vida a Violeta, antigua cortesana, joven y bella en brazos de su amado, por la ventana de su estancia entran las notas y canciocillas burlonas del Carnaval.
Como ha sido siempre, la lucha entre la vida y la muerte, la alegría y la tristeza, el lujo y la pobreza, el amor y el desamor.
He sido gran carnavalero y lo he pasado muy bien. Hoy ha cambiado mucho, ha ganado en espectáculo y ha perdido espontaneidad: es mas dirigido, mas programado, y si algo tiene que ser el Carnaval es transgresor, sin normas, ni reglas, ni pautas, ni corsés, solo libertad.
DMC.