La semana pasada estuve fuera de casa, en Galicia, para hacer un curso “Dirigir con habilidades directivas”. Hay que estar siempre reciclándose y tenía que estar en Bamio. Cerca de Vilagarcía de Arousa. Llegaba a Santiago, y Santiago bien vale una parada, una pausa, una visita. Todos los caminos, todas las calles llevan a la Catedral, al Santo Patrón, a dar el abrazo.
El día estaba muy húmedo y caluroso y la ciudad estaba llena de peregrinos, de turista o de curiosos. Entro a la Catedral por la puerta de la Plaza de la Inmaculada, frente a San Martin Binario. Noto sensación de bienestar, frescor y penumbra y olor a incienso, tranquilidad, sosiego. Hago la cola para subir al Camarín. Un grupo colegiales esperaban delante. En 6,7 u 8 escalones que hay que subir muy despacio me viene a la memoria todos los seres queridos, amigos y conocidos, que están o que estuvieron. Abrazo a Santiago y bajo a la tumba. Mas silencio, me arrodillo y veo detrás una placa de bronce con una frase de Juan Pablo II, del día 11 de noviembre de 1982: “Europa vuelve a encontrarte, se tu misma”.
Recorro sus altares y capillas, sus rejas, sus imágenes, la Puerta Santa cerrada, en una larga espera hasta 2010. Admiro sus bóvedas, columnas, logias, pavimento. Me cruzo con gentes “del mundo”. Salgo por el Pórtico de la Gloria y me inunda el sol de la Plaza del Obradoiro, regreso a la Puerta de las Platerías, vuelvo a entrar y es que no quiero marchar.
Callejeo entre la gente, Fonseca, San Martin Pinario, Iglesias, Colegios Mayores, Palacios, plazas y soportales, cafés y anuncios atractivos por las calles, que siguen llenas de gente.
Por la tarde a Bamio, donde se va a impartir el Curso. Procedemos los diecisiete de distintas provincias, conocidos unos, algunos nuevos para mi, al final todos amigos. El curso ha sido interesante y nos fuimos encontrando al paso de las horas y los días.
En una pincelada, esta fue la impronta que me quedó “a bote pronto”: Antonio (el monitor), provocador; Paco, la serenidad; Merche, la sensatez; África , su palidez y sus ojeras con una sonrisa alejada; Fátima, todo el Mediterráneo; Vicenta, la humanidad; Charo, “cariño”; Pedro la seriedad inicial; Carlos de Madrid, al cuidado de todo; Juanjo, la cita; Julián el aplomo y la amabilidad; Ignacio la mirada penetrante; Carlos del sur, la percha; Carmen, la profundidad y mi colega emocional ; José María la alegría; Miguel, el niño ; Jesús, la seriedad aparente y la risilla contagiosa y yo el fotógrafo. Pilar compartió con nosotros algunas experiencias y nos honró en la clausura. Gracias a ella y a todos.
La lluvia y la bruma de la ría, las camelias, ya ajadas, el verde, las vistas, la amistad y el afecto nos envolvieron por unos días y creo que nos dejaran una profunda huella durante mucho tiempo.
[Fotos de Santiago y del Centro: http://picasaweb.google.es/banosdiego ]