He visto en estos días, con sorpresa y alegría, las obras de recuperación de un sitio emblemático y sin duda con un nombre tan poético como el Pozo de la Vega, al final de la calle Trinidad, pasadas las antiguas Fabricas de Aceite, parada obligatoria de caballerías, para abrevar, al ir o volver de sus faenas agrícolas.
Recuerdo de pequeño, cuando íbamos a la huerta de casa, a bañarnos en la alberca mañana y tarde, encontrar ese “descansadero” lleno de bestias, yuntas de mulas primorosas, borricos, algún caballo y los muletos, en esas estampas ya olvidadas. Los muleros con su cubo sacando agua y echándola, desde lo alto a los grandes bebederos de piedra.
Me decía Rafael el Alcalde que las obras tienen un alto presupuesto y se va a dotar con farolas, bancos y mobiliario urbano para niños.
El sitio es recogido, con vistas maravillosas al pueblo y a la vega y será muy agradable, llevarse un libro para, recogidos en el silencio del campo, poder pasar muchos ratos de lectura, y de recogimiento con nuestros pensamientos.
Sin embargo en Los Charcones han construido una especie de chabolas feísimas, en un descansadero de ganado, que además de afear la zona, invaden lo público. Serie deseable, que además la zona del pozo y la sola pileta existente se mejorase.
Los “quininos” centenarios, con sus ramas, que arrastran, movidas por la brisa, el frescor de la zona y las vistas, invitan a pasear o a sentases (hacen falta unos bancos estratégicamente situados) y pasar horas muy agradables..
DMC.
