ORFEBRERIA DE BAÑOS DE LA ENCINA
PORTAVIATICO
El término Viático es empleado en la actualidad casi exclusivamente en su sentido litúrgico del sacramento de la Eucaristía administrado a los moribundos. De origen latino; los romanos denominaban «viático» a la comida ofrecida a los amigos que emprendían un viaje, y también a las provisiones alimenticias y pecuniarias que llevaban consigo para las necesidades del camino. La analogía existente entre viajar por los caminos de la tierra y la vida del hombre en su caminar hacia Dios, viaje cuya última etapa es la agonía y muerte, hizo que la Iglesia adoptase dicho término para designar el conjunto de auxilios espirituales, de modo particular la Eucaristía, con que pertrecha a sus hijos para esa última y definitiva etapa del camino hacia la eternidad. Santo Tomás, hablando de la Eucaristía, dice: «Por cuanto este sacramento es prefigurativo de la fruición de Dios que se obtiene en la patria (eterna), se le llama Viático ya que él nos otorga la posibilidad de llegar allí» (Sum. Th. 3 q74 a4).
Es uno de los vasos sagrados que componen el ajuar litúrgico, empleado tanto para llevar el Santísimo a los moribundos como a los enfermos. Desde los primeros siglos de la iglesia, existía la costumbre de llevar el viático a los que estaban a punto de morir, y esa practica se verá reforzada en la Edad Moderna; ya que en las disposiciones del Concilio de Trento, se estableció que en los templos hubiera reserva de la Eucaristía, para así poder auxiliar con la comunión a los que estaban próximos a la muerte.
Recuerdo en Baños, cuando se llevaba el viático de manera solemne. Al sacerdote, revestido con el roquete y el paño de hombros, para cubrir el porta viático, lo acompañaban al menos dos monaguillos, igualmente de sotana y roquete, uno de ellos tocaba la campanilla y el otro con un farol iluminaba, en aquellos años de calles tan oscuras, el recorrido. Al oír la campanilla los hombres se descubrían y las mujeres se hincaban de rodillas, al paso del Santísimo Sacramento. Los familiares del enfermo esperaban en la puerta de la casa, con las dos hojas abiertas.
Dos portaviáticos, de los que se usaban en estas ceremonias , hay en la Parroquia de San Mateo de Baños de la Encina, uno de ellos lo vemos todos los días, remata la urna del Sagrario, aunque en estos días está cedido y expuesto en la Catedral de Jaén, en una muestra de orfebrería religiosa de la provincia de Jaén. Es el pelicano de plata con cadenas para llevar el sacerdote colgado del cuello, guardando en su interior las Sagradas Formas. Es de ejecución muy cuidada y bella, del siglo XVIII. Inclinado sobre su pecho, que picotea, derramando su sangre, para que sus tres poyuelos, puedan alimentarse.
Desde el principio de la cristiandad el pelícano fue símbolo de la Eucaristía y del sacrificio de Cristo en la Cruz. Según la leyenda difundida, este noble animal, llegado al extremo, alimenta a sus polluelos de su propia sangre hiriéndose en el pecho con el pico, hecho que recuerda el acto supremo de Amor y de entrega que es el Sacrifico de Cristo perpetuado y actualizado en la Eucaristía. El Cuerpo y la Sangre de Cristo son el manjar y la bebida que alimentan nuestra vida espiritual de hijos de Dios. En el himno eucarístico “Adoro Te devote” se llama a Jesucristo,” Iesu, Pie Pelícane”, Jesús, bondadoso Pelícano, límpiame a mí, inmundo, con tu sangre.
Durante la apertura de la 18° Congregación General del Sínodo sobre la Eucaristía, en octubre de 2005, el Papa Benedicto XVI regaló a cada uno de los obispos participantes un anillo con un emblemático símbolo eucarístico: El pelícano, según explicó el portavoz vaticano en la Sala de Prensa, “esta ave, que vive en las orillas de lagos y ríos en las regiones cálidas, da de comer a sus pequeños con el alimento que extrae con el pico de la bolsa de piel del pecho. Antiguas leyendas imaginaron que el pelícano nutre a sus pequeños con su propia carne. La tradición cristiana, precisamente por esto, a partir del medioevo, comenzó a utilizar el pelícano como símbolo eucarístico, viendo en su sangre vivificadora la figura de la sangre redentora de Cristo”.
El otro porta viático es una capillita, con frontón que corona con una cruz y pináculos; en la puerta el Cordero recostado sobre una cruz en un altar entre nubes. La puerta se abre y mediante pequeños raíles, se saca un pequeño copón con tapa coronada en una cruz para llevar las Sagradas Formas. Se ven los enganches para las cadenas, para poderlo llevar al cuello del sacerdote.
En la Exposición “El fulgor de la Plata”, celebrada en la Iglesia de San Agustín de Córdoba, del 24 de septiembre al 30 de diciembre de 2007, en la que la Parroquia de Baños estuvo magníficamente representada con la llamada Custodia Chica o de Altar, se expuso el Portaviatíco de la fotografía, de la Parroquia de Nuestra Señora del Soterraño de Aguilar de la Frontera (Córdoba), en este caso de plata dorada, con piedras preciosas, también para colgar. Por su sencillez, y belleza plástica, que sobrecoge, me gusta mas el de Baños.
DMC