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09 agosto 2008

CALLE REAL. LA CARRETERA. AVDA. DE LINARES

Cuando la carretera era de relleno, como la Plaza, de los terreros de las minas y llovía, relucían las piedras con alguna veta de plomo, lo echábamos al bolsillo y se lo llevábamos a D. Juan Suárez, el Boticarios, que nos daba una o dos perras o un caramelo. ¡Que homenaje mas merecido tenemos los bañuscos pendiente con D. Juan! Cuanta gente le debe tantas cosas. A cuantas personas le daba las medicinas y se las “apuntaba” para siempre. Que persona mas sencilla, mas humilde y siempre pensando en los demás. Algún día tendremos que pagar esa deuda.

La Carretera se llamó en la época de la Monarquía, calle Real, Avenida de Linares hoy, pero siempre será la Carretera.
Tres casas destacan por su antigüedad y su elegancia, dando a esa acera una gran prestancia.
La de la familia Lechuga es de 1797 y tiene una bella fachada de cantería con dintel labrado a la perfección. La familia Lechuga procede de Baeza y destacó en ella el mariscal de Campo don Cristóbal de Lechuga con enterramiento y escudo en la antigua parroquia románica de Santa Cruz de aquella ciudad.

La casa de los Herreros Cárdenas, fechada en 1760, es mucho más sencilla, pero de noble traza.




Por último, la antigua casa de los Escalantes, también del siglo XVIII --de 1767--, toda de cantería con buena portada de excelente traza y piso superior con sus balcones panzudos, muy barrocos, llevando sobre el central el escudo heráldico de la familia. En el siglo XVIII figura como propietario don Juan Antonio Escalante, soltero y administrador de la renta del tabaco, que debió levantarla.

Más abajo estaba la Casa de Mariano Garcia y cocherón para guardar el coche de línea a Linares “La Pepa” y al lado, al final del barranco que luego seria el Parque de los Barones de Sangarren, el Pozo Vilches, hoy tristemente tapado.
A continuación la casa de D. Paco el Médico, casi en frente el Cine, aún se vislumbra en la pared el letrero y se ven las taquillas.




Al cine de Manolo Columpios íbamos casi todas las noches, pues otras cosas no había. Recuerdo cuando se estrenó en Baños la película El Cid, con Charltón Heston y Sofía Loren (1961), había mucha expectación y el cine de verano estaba a reventar. Desde la sala se proyectaba la imagen a través de una ventanita a la pantalla del patio de verano. Esta película tenía 4 rollos, por su duración. Manolo estaba en otras cosas, seguramente rebobinando alguno de los rollos, cuando el muchacho ayudante, puso el primer rollo, el tercero, el segundo y el cuarto. No había manera de entender como El Cid Campeador estaba muerto y luego aparecía de nuevo vivo con Doña Jimena. Podríamos decir ¡Cosas del cine de los sesenta!
Al final casi enfrente del cine, otro Molino, cocheras y la esquina de los Molinos, donde se despiden los entierros. De pequeño no era sitio de mi devoción, la herrería de “El Liebre”, la casa del Jabonero, con el “Culto”,… el campo.

Los domingos era el sitio de paseo, de las pandillas, de los novios y de los amigos. No había otro lugar, hasta San Marcos y vuelta. La carretera estaba preciosa con los álamos, con sus hojas plateadas siempre moviéndose y las chicharras.

Un domingo bajamos la yegua, que había estado con nosotros en la huerta, a la Era. Íbamos los tres hermanos mayores. Delante yo, luego Luís y detrás al filo de la albarda, Eduardo. Ya habíamos pasado la esquina de los Molinos, cuando sin venir a cuento un mozalbete, con una vara larga que llevaba, le arreó fuerte a la yegua. Esta, que era muy tranquila, pero asustadiza, de puso a galope tendido, gritando nosotros para apartar a la gente, sobre todo en la curva de San Marcos, y no paró hasta llegar a la Era, que estaba en la zona de la Cooperativa, donde todos los hombres estaban con las manos en la cabeza, pensando que pudiéramos caer. No pasó nada, el pequeño susto y la anécdota para contarlo. Yo tendría unos 6 años.
DMC

[Datos sacados de “Juan Muñoz-Cobo “Baños de la Encina. Un poema de piedra y cal”.1997. Inédito]

08 agosto 2008

CALLEJÓN DEL PILAR




Haciendo esquina se encuentra la casa blasonada, con los escudos de la familia de D. Enrique Muñoz-Cobo Jiménez, tío abuelo y mi padrino. La casa sufrió grandes trasformaciones, pues antiguamente tenía la entrada principal por el callejón y no por la Calle Mestanza como hoy.
Mi tío Enrique, al que no puedo recordar, pues murió cuando yo contaba con un año, era una persona afable, campechano y muy campero; tenía caballos y coches de caballos, que conducía con mano experta. Le ayudaba Antonio Checa, que lo tenía de cochero. Muchas veces en los largos veranos, (solo había un taxi en el pueblo) se salía con el coche de caballos al Cruce a llevar o a recoger a alguno de la familia que venía o se iba en “La Pava”. En el otro lado del cruce, dirección Madrid, había una encina grande, con unas piedras, alrededor del tronco, que servia para el descanso en las esperas. Cruzábamos la carretera con cuidado, pero pasaban muy pocos coches. La Pava, tenía un cisne muy grande pintado en los laterales, de ahí el apodo, paraba en el Cruce y se bajaban o subían los viajeros y regresábamos, sin prisa, a Baños.



Siguiendo el callejón, a la derecha están los corrales de la casa de las Marquesas de Busianos y los muros de la Iglesia de San Mateo. A la izquierda y lindando con la que era de mi padrino, la llamada la Casa Grande.


La Casa Grande casi abandonada hasta hace unos años, tuvo en la parte baja unas aulas donde daban clase los maestros, recuerdo cuando se llevaba el trigo, ya que estaba el almacén del Servicio Nacional del Trigo y en otros tiempos estuvieron los Servicios de Auxilio Social, donde se repartía la leche en polvo, la mantequilla, las judías pintas y algún que otro colchón de la ayuda americana.


La Casa perteneció desde el siglo XVIII a la familia Pérez de Vargas procedente de Andujar emparentada por enlaces matrimoniales con ilustres linajes de Baños. Su noble fachada de piedra de sillería con portalón adintelado, cornisa, columnas exentas a ambos lados con capiteles dóricos, basamentos salientes y gran ventana sobre la puerta coronada por friso rematado con pináculos semiembutidos y fecha en ambos AÑO 1724, en el marco de la ventana marcarones a ambos lados de figuras con cierto aire indiano y en el centro un relieve, parece con un anfora y otros elementos difíciles de distinguir; además hay dos ventanas más en el piso alto y otras tantas en el bajo y en la parte superior, emblema del Santo oficio -una cruz entre cirios- y a ambos lados de la puerta, sobre cartelas, escudos compuestos de los Molina de la Cerda, Caridad, Galindo, Carvajal y Padilla.

En el dintel hay un rosetón con motivo heráldico no bien visible y junto a la puerta, una piedra labrada que parece base de columna para ayudarse a montar a caballo.

Afea actualmente la fachada con piedra cortada con sierra y de un color que sabe a “nuevo” para la cochera bastante antiestético, abierto a mediados del siglo pasado y recientemente para mi gusto, muy mal resuelto. El interior de esta casa tuvo un magnifico patio porticado con columnas, desde donde arrancaba una estupenda escalera de piedra, hoy tristemente desaparecidos, llegando el edificio primitivo hasta la Cuesta de los Herradores. Parece ser que en esas casas vivian de los trabajadores de la casa

A mediados del siglo XVIII, cuando se hizo el censo llamado del marqués de la Ensenada, vivía en esta casa doña Francisca Luisa de Molina de la Cerda y Soriano, viuda de don Manuel Zambrana Dávalos, y como no tuvieron descendencia, pasó la casa por herencias y enlaces matrimoniales a la familia Pérez de Vargas. Su prestancia y estilo merecía una mejor restauración.

Al final la casa y tienda de Pedro Ortega, hoy “del Chato”, y el Pilar. Es una pena que no tenga agua. Recuerdo de pequeño, por la tarde y noche acercaban los muleros a las bestias, a beber agua.
¿No es posible que en el Pilar de nuevo corra el agua? Sin duda el agua, debe estar dando humedades a los vecinos. Poco a poco vamos dejando las cosas
DMC
[Datos sacados de “Juan Muñoz-Cobo “Baños de la Encina. Un poema de piedra y cal”.1997. Inédito]

07 agosto 2008

CALLEJÓN DEL CUIDADO

Desde luego acertó quien puse nombre a este callejón. Recuerdo bajarlo corriendo, en días lluviosos, con el agua por medio, en el canalillo de desagüe Vivía Diego con sus cabras y Columpios en el otro lado, con una terracita a la entrada de la casa, siempre llena de macetas frondosas. Hace unos años se arregló y el desnivel se mitiga con los escalones y el pasamano.

La vista, desde la calle Madre de Dios, con la Iglesia de fondo, es de las más bonitas de Baños, por su sencillez, y armonía.
DMC
PLAZUELA DEL ROSARIO

Subiendo por la calle de la Santísima Trinidad, llegamos a la Plazuela, la Plazuela del Rosario, rotulada ahora como Plaza del Rosario

En la plazuela del Rosario está el torreón de los Poblaciones, tal vez uno de los edificios más interesantes de Baños y de los pocos del siglo XVII. Tiene cierto aire de casa fuerte, toda de piedra vista con característico balcón voladizo, ventanas pequeñas y termina con terraza adornada con gárgolas de cabeza antropomorfa y pináculos. En ella vivió Don Bernardo Poblaciones, aunque no la pudo edificar, pero aparece en los censos de Baños del siglo XVIII; había casado en Baños con doña Elvira Galindo y Soriano, natural de la villa, y allí nacería su hijo don Bernardo Antonio Poblaciones-Dávalos y Galindo el 20 de octubre de 1739, obispo electo de Buenos Aires y Abad Mayor de la Colegiata de Olivares (Sevilla), donde murió el 22 de enero de 1817 y está sepultado en la capilla del Nacimiento, de la Santa Iglesia Colegial, en cuya sala capitular hay un retrato suyo como IX Abad (copia existe en el Ayuntamiento) y en el Museo de la Colegiata se conservan cálices que le pertenecieron, así como su mitra, báculo y otros ornamentos.

En la Plazuela estaba la “Posá”, con amplio portalón a la plazuela y portales a la calle Industria, que se hundió en los años sesenta y fue vendido el solar. No había otro alojamiento en el pueblo y allí iban a comer y pernoctar, los tratantes, arrieros y representantes y personas de paso.
Enfrente, como se sube a la plaza, está el comercio de Juanito Garrido
DMC.
[Datos sacados de “Juan Muñoz-Cobo “Baños de la Encina. Un poema de piedra y cal”.1997. Inédito]

05 agosto 2008


MUERE LENTAMENTE



Muere lentamente quien no viaja
quien no lee,

Muere lentamente
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.

Muere lentamente
quien se trasforma en esclavo del hábito
repitiendo todos los días
los mismos trayectos,
quien no cambia de marca,
no se atreve a cambiar el color de su vestimenta
o bien no conversa con quien no conoce

Muere lentamente
quien evita una pasión y su remolino de emociones
justamente estas que regresan el brillo a los ojos
y restauran los corazones destrozados.

Muere lentamente
quien no gira el volante cuando está feliz
con su trabajo, su amor,
quien no arriesga lo cierto ni lo incierto
para ir tras de un sueño
quien no se permite,
ni siquiera una vez en su vida
huir de los consejos sensatos

¡VIVE HOY!

¡ARRIESGA HOY!

¡Hazlo hoy!

¡No te dejes morir lentamente!
¡No te impidas ser feliz!

(Pablo Neruda)


Para todos los bañuscos con afecto, para que "no te impidas ser feliz" Diego MC

CALLE SANTISIMA TRINIDAD

Desde la calle Las Eras, bajando, a la izquierda nos encontramos con la Travesía de la Trinidad, donde estaba el antiguo Hospital de transeúntes y peregrinos y Capilla de San Sebastián, en el número 6. Dejamos a la izquierda un antiguo Molino de aceite, llamado de San Enrique, que estuvo en uso hasta los años cincuenta, llegamos a la Calle de la Trinidad, que sube hasta la Plazuela del Rosario.
Cerca del pozo de la Vega, otro Molino que según tengo entendido, el Sr. Alcalde va poner los rulos y la maquinaria en un lugar público, como identidad del Baños aceitunero y aceitero. En la calle a la derecha, el edificio de otro Molino de Aceite

Por encima en la misma acera, está la casa de los Caridad-Zambrana, en cuyo dintel de piedra figuran sendas cruces de Calatrava.

En esta casa vivió en el siglo XVIII don Diego Caridad Villalobos, regidor perpetuo, hermano del licenciado don Francisco Caridad, prior muchos años de la iglesia parroquial de San Mateo. Los descendientes de don Diego, de apellidos Caridad Zambrana y Caridad Tenorio, vivieron en Baños hasta más que mediado el siglo XIX y don Diego fue maestre de Ronda.

A la derecha subiendo en esta que fue la antigua calle de las Eras, hoy de la Santísima Trinidad, se encuentra la casa blasonada de los Pérez Caballero, que parece del siglo XVIII. La casa toda es de buena traza, destacando la portada de arco de medio punto con clave y la rejería de su época. María López, mujer de Francisco Díaz, otorgó testamento ante el escribano Juan Sánchez el 23 de mayo de 1617, y mandó, para todos los sábados del año, una misa cantada a Nuestra Señora, carga que pagaba en 1823 don José Pérez Caballero, que por aquella fecha debía vivir en Baños en la casa mencionada.
El escudo esculpido sobre la puerta está bien conservado y labrado.


Cerca de la plaza del Rosario, en un rellano que da entrada al callejón de la Madre de Dios, destaca la casa palacio de los Guzmanes con hermosos balcones de tejadillo y sin heráldica alguna.En ella vivió y tuvo su despacho el último notario residente en Baños, don Antonio Guzmán Armenteros, que se trasladó a Bailén al suprimirse la notaría en 1889. Merece destacarse su escalera con cúpula y el empaque general del edificio. Recientemente y una vez realizadas las pertinentes reformas se ha convertido en la Hospedería Rural Palacio de los Guzmanes.
DMC.

[
Datos sacados de “Juan Muñoz-Cobo “Baños de la Encina. Un poema de piedra y cal”.1997. Inédito]

04 agosto 2008

LA CALLE DE LAS ERAS.

Desde la Plaza, bajando por Fugitivos y El Huérfano, llegamos a la Calle Las Eras, la parte baja del pueblo, en las laderas del Castillo, la zona de la cestería; barrio judío y artesano. Las calles y las casas han ido mejorando y la zona tiene unas estupendas vistas al Ruedo por un lado y a la Iglesia de San Mateo y Castillo, por el otro.
Por la calle las Eras se va a las “Eras de Casa”. Ya hace muchos años que no hay ERAS, ya hace muchos años que los niños no saben lo que es una era, y sobre todo no han podido experimentar los juegos en las eras. Las “eras de casa”, al final de la Calle las Eras, las eras en el Quirón, que ocupa parte de la Cooperativa de abajo, la era de las Viudas en el Ruedo y el resto diseminadas en el llano del Santo Cristo.
Recuerdo las faenas de la era y me gustaba ir y pasar las tardes, bajo el sol de Baños, sentado en el trillo, con mi sombrero de paja, dando vueltas y vueltas, de manera cansina, pero feliz, arreando a las mujas y sintiendo como si llevaras una cuadriga en el Circo Romano.
La era dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua que es “un espacio de tierra limpia y firme, algunas veces empedrado, donde se trillan las mieses”. En Baños todas las eras conocidas estaban empedradas y tenían forma redondeada.
Pero para llegar a la era, primero había que segar, que se hacia a mano. La siega, según los años, duraba de San Juan a Santiago y para ello se usaban las hoces, con diversas formas y maneras, la de dientes y la llamada gallega. Se tenia mucho cuidado para llevarlas forradas, con fundas, generalmente de tela y en algunos casos de cuero. La mano izquierda se protegía con diversos artilugios.
Así se iban dejando en el suelo, con un orden establecido, las gavillas para ir formando luego los haces, una vez atadas, colocadas las gavillas una con las espigas a un lado y las otras al otro.
El trabajo era muy duro, lento y pesado y se paraba para la comida. Se llevaba la “talega” y se buscaba una sombra donde se podía.
Terminada la siega, los haces se acarreaban a la era en las diversas caballerías, mulas, caballos o burros y se iban haciendo las hacinas de trigo, cebada o avena que nos servían a los niños para jugar.
Se tendían los haces en la era, se desataban y con las horcas o los bieldos se iban extendiendo y se preparaba el trillo. Normalmente los haces se aplanaban, primeros con la yunta y a continuación se iniciaba a dar vueltas y vueltas, generalmente lo conducía un chiquillo, pues era trabajo sencillo, pero pesado y cansino. A todos nos gustaba esta tarea, que duraba varios días, según la cantidad que se iba a trillar. Cada cierto tiempo había que darle la vuelta a la parva, para que las gavillas que estaban debajo, al pasar a la superficie pudieran ser cortadas pr las cuchillas. Las primeras vueltas se hacían con las horcas, para las ultimas se usaba la pala, que sacaba las espigas que se quedaban pegadas a las piedras del suelo.

Así en la trilla veíamos a la yunta dando vueltas sobre la parva con un trote corto; el muchacho con su sombrero de paja, camisa ancha, suelta y con manga larga, sentado en el trillo, con las riendas en la izquierda y una especie de látigo para amenazar, blandir y crujir sobre todo cuando el ritmo de las caballerías decaía.
Para amontonar la paja ya trillada, se utilizaba la rastra; era un tronco de manera sujeto por sus extremos a unos ramales atados a las caballerías. Dos personas al menos para equilibrar la carga, (a mi me encantaba recoger la parva también) se colocaban encina y agarrados donde podían, se iba recorriendo en varios viajes la era hasta amontonar toda la paja en el sitio donde se iba a aventar. Recogida la parva, se barría para que no quedara ningún grano, empleando las escobas de retama.
Ahora a esperar el viento favorable para aventar. Esto suponía separar el grano de la paja con la ayuda del viento. Con la horca relanzaba la paja mezclada con el grano hacia arriba; el viento llevaba la paja a unos metros, dejando caer a plomo el grano. Poco a poca iba a pereciendo el grano y formadse el “pez” dorado. Ya al final se cambiaba la horca por la pala y ya formado el pez totalmente se emezaba a llenar los sacos con la “media”. Al final para no llevar la tierra y el polvillo se cribaba el grano y quedaba totalmente limpio y se llevaba a la cámara, para su almacenaje. La paja se metía en las barcinas y al pajar, para añadir al grano cuando se daba de comer a las mulas en la cuadra. La paja bajaba por la piquera a la cuadra, para mezclar en los pesebres y también cubrir “la cama” de los animales.
En la era de la familia, estaba al frente de ella, ”El Chache”, (padre de Checa) que vivía allí y recuerdo el gazpacho (mas bien gazpachuelo, pues tenia aceite, vinagre y sal), pero que a la sombra del sombrajo, estaba muy fresco y apetecible con aquellos calores y aquel polvillo picón de la paja.
Era habitual gastar las bromas e inocentadas a los nuevos es esas faenas. Recuerdo la que se hacia, en los días con el viento en calma. Se mandaba a uno de los muchachos a la era mas próxima a pedir el “Nivel del Aire”. Como todos conocían la broma, procurando que no los descubrieran con sus risas, le metían en un saco, un eje viejo de un carro y un par de peñones. El pobre muchacho iba derrengado por el peso y cuando ya estaba, sudoroso y cansado, llegando a su era, salían de las dos eras los hombres gritando y diciendo chanzas, ante el asombro del pobre muchacho, que tiraba el artilugio muy cabreado, enfado que se le pasaba al momento, al darse cuenta de que era una broma.
Hoy todo esto es desconocido para nuestro pueblo de Baños. En Tenerife el pasado día 27 de julio de este año del Señor de 2008, se celebró el “Día de la Trilla” de la localidad de El Tanque con asistencia de esta XII edición de mas de 1.500 personas, entre las que destacaba, en esta ocasión, el Presidente del Gobierno Autónomo de Canarias D. Paulino Rivero.
DMC