A NUESTRA SEÑORA DE LA ENCINA
Descendiste del cielo hasta una encina
junto al río Rumblar que cruza y baña
tierras jaenaras, en el Sur de España,
de sabor medieval y son de mina.
Silueta del castillo en la colina,
las callejas, la ermita y su espadaña,
San Fernando en leyenda y en su hazaña,
Baños bañado por tu luz divina.
Sigue el pueblo pidiendo que le acojas,
elevando, Señora, su plegaria
al filo del encanto que te brota.
Y el milagro cuajó sobre las hojas
de aquella vieja encina centenaría,
quedando tu silueta en la bellota.
(Guillermo Sena Medina. La Carolina, Junio, 1987)
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