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14 abril 2007

EL CAMARIN DEL SANTUARIO DE JESUS DEL LLANO DE BAÑOS DE LA ENCINA.


El Camarín, señala Fernández Navarro, podría considerarse como una prolongación tridimensional del retablo presidido por el titular de la ermita, el Cristo del Llano, cuyo acceso se realiza por el lateral derecho, desde la sacristía a través del antecamarín que describe un recorrido ascendente que permite al devoto entrar en un ambiente reservado a la divinidad, con un proyecto decorativo e iconográfico en el que nos encontramos en un espacio sobrenatural cargado de una belleza desbordada en la que los espejos, gran protagonista del espacio, nos devuelven la mirada sobre nosotros mismos situados ante la imagen del fracaso y el éxito de Cristo crucificado, punto de inflexión de toda la historia de la humanidad.





Cuando algún visitante llega por primera vez y sube por la escalera que arranca de la sacristía, al acceder al rellano y mirar hacia arriba, cree hallarse en el Camarín, pero sólo es su entrada, de la que dice Galera Adreu que ya es suntuosa, cubierta con media naranja sobre pechinas de intradós gallonado y anillo mixtilíneo, bellísima en su conjunto. Es como un preludio del interior a menor escala pero también sorprendente.

Dos excelentes puertas de ebanistería neomudéjar del siglo XVIII contribuye al ornato del conjunto. La de la sacristía que se abre a la escalera es de dos hojas con ornamentación poligonal trabajada por una sola cara; la de acceso directo al Camarín, de una hoja, está labrada por ambas caras con ornamentación diferente y se adorna con pequeños espejos. No son únicas en Baños porque hay dos en el Ayuntamiento -procedentes de la Casa de Priores.






Una gran hornacina con arco de medio punto abocinado comunica el camarín con el templo y lo hace visible.

En los cuatro ángulos del recinto hay otros tantos templetes sostenidos por estípites rematados por cúpulas. En las hornacinas que forman hay tallas en yeso con imágenes de evangelistas y la Virgen Dolorosa. Una gran cornisa a modo de entablamento, con profusas involuciones, se levanta sobre nuevos estípites formando más hornacinas con sus respectivas imágenes, dos superpuestas en cada lado, excepto en el lado que da al templo donde sólo hay una.









A ambos lados de estas hornacinas superiores hay sendos óculos abocinados con voluminosos adornos vegetales y sorpresivos mascarones, cuyos largos bigotes se mezclan con la decoración.
El espacio se llena profusamente de hornacinas, doseles, placas, brotes de hojas carnosas, pájaros exóticos, angelotes, volutas.... todo bien conjuntado y diferenciado por franjas de espejos.
La parte inferior queda ocupada iconográficamente por los cuatro evangelistas con sus símbolos en las esquinas, más una Virgen Dolorosa (frente a la puerta de acceso) y una Inmaculada (de espaldas al Cristo, frente al templo)- algo más elevadas, pequeñas esculturas de santos de diversas órdenes religiosas, ángeles músicos, niños y otras figuras alegóricas. En las hornacinas superiores aparecen San Juan y San Pedro (arriba y abajo, respectivamente) de espaldas al Crucificado; Santiago y San Bartolomé (en el mismo orden) sobre la puerta y San Andrés y San Simón frente a ella; San Pablo está colocado sobre el arco que comunica con el retablo.





Todo este espacio queda cubierto por una cúpula de anillo poli lobulado, montada sobre trompas que llevan cuatro espejos rectangulares en los ángulos de sustentación. El intradós de la cúpula está gallonado por estípites, figurando en su base nuevas imágenes. De espaldas al Cristo aparece la Santísima Trinidad, con Dios Padre en el centro bajo dosel frente a ellos, Santa Teresa Doctora de la Iglesia, también bajo dosel, franqueada por San Antonio de Padua a su derecha y San Francisco a la izquierda. Sobre la puerta están las representaciones de San José y otro santo que no identificamos por sus atributos, y en frente una Purísima Concepción y otra santa a la que tampoco se ha identificado. Volutas, molduras, adornos, escenas de angelotes o puttí que se repiten simétricamente en los elementos opuestos de la cúpula crean un espacio denso y policromo que hace difícil su descripción.




Termina estrechándose en una linterna con ocho vanos, donde los motivos decorativos se vuelven a repetir en los lados opuestos.





Hay que verlo, hay que estar allí para poder quedarse atónito y elevado a ese “cielo”, sin olvidar la mirada dolorida del Cristo, que si no es de gran merito artístico, si nos trasporta a una serie de sentimientos y recogimiento, a los hijos de Baños y a todos los que lo visitan.


Está en obras todo el conjunto del Santuario y el Camarín. Deseamos que la restauración sea la definitiva y que muy pronto, pueda abrir de nuevo sus puertas el Santuario de Jesús del Llano, para dar culto permanente al Cristo Crucificado y a Jesús Sacramentado, que era el deseo del fundador D. Pedro García Delgado, para que de nuevo sea tambien el templo de Nuestra Señora de los Dolores, para que se pueda visitar, el Santuario y su Camarín, quizás una de las obras artísticas e históricas mas importantes de la provincia.


[“Baños de la Encina, un viaje por su historia milenaria”, Juan Muñoz-Cobo. Jaén 1988. “Proyecto de Restauración de la Ermita del Cristo del Llano de Baños”, por D. Esteban Fernández Navarro. Granada.2006].

[Me quedé a la entrada y sin ningún motivo, no podía seguir escribiendo. Llegó la Semana Santa y me dediqué a reordenar y organizar las fotos que luego se publicaron en varias galerías, y a evocar mis recuerdos. Quiero agraceder a todos los que me han hecho llegar sus sentimientos. Mi única intención ha sido compartirlas y que todos puedan conocer nuestra Semana Santa. Gracias]

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