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02 mayo 2008

BERNARDO LOPEZ, INSIGNE POETA DE JAÉN Y EL DOS DE MAYO.
Se conmemora el Segundo Centenario del Dos de Mayo y la famosa “Oda al dos de mayo” , que nos recuerda de manera patriótica ese día, se debe a la pluma del insigne poeta de Jaén, D. Bernardo López García, que nació el 11 de diciembre de 1838, muriendo en Madrid el 19 de noviembre de 1870, (datos sacados de la placa en la casa donde nació en la calle Maestra) segundo de seis hermanos en una familia dedicada al comercio. Inició sus estudios en el Instituto de la calle Compañía, con 12 años se trasladó a Granada e ingresó en el Colegio de San Bartolomé y Santiago para proseguir con el bachillerato y la carrera de Derecho. Publicó sus primeros trabajos en Recreo de la Juventud (1857) de Jaén y a finales de 1858 se encuentra en Madrid donde publica su oda "Asia" en el periódico republicano La Discusión (1859), así como la oda "Europa y Siria" en La América (1860). Pasa sin embargo desapercibido hasta que en 1866 publicó en El Eco del País, donde era redactor, su celebérrima oda patriótica "El dos de mayo", que obtuvo tan formidable éxito, difusión y popularidad que desde entonces Bernardo López García fue conocido como "El cantor del Dos de Mayo", oscureciéndose injustamente toda su obra anterior y posterior.
El 15 de Mayo de 1904, Su Majestad el Rey D. Alfonso XIII inauguró en Jaén, en la Plaza de San Francisco, el sencillo monumento en honor del poeta Bernardo López García (obra del escultor Jacinto Higueras), costeado con lo recaudado en una suscripción popular y con la valiosísima cooperación, que para terminar el notable empeño prestaron la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de la ciudad.


La figura de Bernardo López es de las que más rápida y más gloriosamente ha consagrado la posteridad, porque sus inmortales décimas al 2 de Mayo de 1808, en el que cantó con vigor épico la página de sangre, de heroísmo y de sacrificio de aquella gesta, llegando a ser proverbial el recitado de su primera estrofa:

Oda al dos de mayo

"Oigo, patria, tu aflicción,
y escucho el triste concierto
que forman, tocando a muerto,
la campana y el cañón;
sobre tu invicto pendón
miro flotantes pendones,
y oigo alzarse a otras regiones
en estrofas funerarias,
de la iglesia las plegarias,
y del arte las canciones.

Lloras, porque te insultaron
los que su amor te ofrecieron
¡a ti, a quien siempre temieron
porque tu gloria admiraron;
a ti, por quien se inclinaron
los mundos de zona a zona;
a ti, soberbia matronaque,
libre de extraño yugo,
no has tenido más verdugo
que el peso de tu corona!

Doquiera la mente mía
sus alas rápidas lleva,
allí un sepulcro se eleva
contando tu valentía.
Desde la cumbre bravía
que el sol indio tornasola,
hasta el África, que inmola
sus hijos en torpe guerra,
¡no hay un puñado de tierra
sin una tumba española!

Tembló el orbe a tus legiones,
y de la espantada esfera
sujetaron la carrera
las garras de tus leones.
Nadie humilló tus pendones
ni te arrancó la victoria;
pues de tu gigante gloria
no cabe el rayo fecundo,
ni en los ámbitos del mundo,
ni en el libro de la historia.

Siempre en lucha desigual
cantan tu invicta arrogancia,
Sagunto, Cádiz, Numancia,
Zaragoza y San Marcial.
En tu suelo virginal
no arraigan extraños fueros;
porque, indómitos y fieros,
saben hacer sus vasallos
frenos para sus caballos
con los cetros extranjeros.

Y aún hubo en la tierra un hombre
que osó profanar tu manto.
¡Espacio falta a mi canto
para maldecir su nombre!
Sin que el recuerdo me asombre,
con ansia abriré la historia;
¡presta luz a mi memoria!
y el mundo y la patria, a coro,
oirán el himno sonoro
de tus recuerdos de gloria.

Aquel genio de ambición
que, en su delirio profundo,
cantando guerra, hizo al mundo
sepulcro de su nación,
hirió al ibero león
ansiando a España regir;
y no llegó a percibir,
ebrio de orgullo y poder,
que no puede esclavo ser,
pueblo que sabe morir.

¡Guerra! clamó ante el altar
el sacerdote con ira;
¡guerra! repitió la lira
con indómito cantar:
¡guerra! gritó al despertar
el pueblo que al mundo aterra;
y cuando en hispana tierra
pasos extraños se oyeron,
hasta las tumbas se abrieron
gritando: ¡Venganza y guerra!

La virgen, con patrio ardor,
ansiosa salta del lecho;
el niño bebe en su pecho
odio a muerte al invasor;
la madre mata su amor,
y, cuando calmado está,
grita al hijo que se va:"
¡Pues que la patria lo quiere,
lánzate al combate, y muere:
tu madre te vengará!"

Y suenan patrias canciones
cantando santos deberes;
y van roncas las mujeres
empujando los cañones;
al pie de libres pendones
el grito de patria zumba
y el rudo cañón retumba,
y el vil invasor se aterra,
y al suelo le falta tierra
para cubrir tanta tumba!

¡Mártires de la lealtad,
que del honor al arrullo
fuisteis de la patria orgullo
y honra de la humanidad,
¡en la tumba descansad!
que el valiente pueblo ibero
jura con rostro altaneroque,
hasta que España sucumba,
no pisará vuestra tumba
la planta del extranjero! "


En poco mas de dos meses se conmemorará el bicentenario de la Batalla de Bailén, el 19 de julio, la primera derrota de Napoleón y aunque resultara muy dura, se iniciaba la segunda “reconquista”, en este caso para expulsar a los franceses.

Sirva esta referencia como homenaje a estos patriotas, a esas mujeres y a esos hombres desconocidos, al pueblo español que hace 200 años se levantaron en armas, en una de las mas gloriosas páginas de la História de España, y que dieron su vida por la Patria, España y por los Reyes, aunque no se lo merecieran, en contra del gabacho.

DMC.


[Wikipedia, jaenonlaine.com,santorreino.com]

1 comentario:

Viriato dijo...

Buena entrada. He llegado aquí googleando sobre este poema.

Saludos.