SALVE A LA VIRGEN DE LA ENCINA
Reina, la más grande,
Madre de la Encina,
El Señor te salve.
Medicina santa,
en enfermedades.
general consuelo,
de necesidades.
De Baños, tus hijos
gimen en el valle
y lloran sus culpas,
¡no los desampares!
Llenos de esperanza,
te aclaman, ¡oh Madre!
Benigna, piadosa,
Clemente y afable.
Tus ojos son ríos,
en cuyos raudales
expían sus culpas,
aunque innumerables.
De este Hermoso Niño,
que en tus brazos yace,
el perdón consigan
estos miserables.
Para que sus almas,
puras y triunfantes,
disfruten la gloria
por eternidades.
Nuestro Amparo viva,
¡Viva nuestra Madre,
Virgen de la Encina,
Siempre, Dios te salve!
[Pedro Cózar me pasa la Salve que le dejó su tia Sagrario Roselló (qed)]
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