BIENVENIDA

Bienvenidos a mi Blogs, y gracias por su visita

01 agosto 2010

POR LOS ALTOS DE GÜÍMAR  CON ISIDRO (TENERIFE)


Quedé con el amigo Isidro, al pasar la rotonda de Arafo en la gasolinera, que me iba a llevar a una finca suya, ya casi en lo alto de la dorsal que divide la vertiente del norte y sur: desde allí me señalo una zona y la verdad quedaba cerca de los Observatorios meteorológicos.


Me dijo que a casi 1200 m de altitud. Deje mi coche aparcado allí y tomamos un viejo todo terreno de casi 30 años que decía  los japoneses los construyeron para el ejército.


Pasamos Arafo y seguimos ya por las calles de Güímar, camino de la montaña, con una carretera estrecha y cada vez más empinada, hasta que se convierte en pista donde hay que ir en primera y con la reductora.
No hay prisa e Isidro me va contando un poco de su vida; ya jubilado, hombre amante del campo y de la agricultura. Los hijos no quieren saber nada y el mientras  pueda, tiene ya cumplidos los 67 años, sigue con sus papitas, sus frutales y su viña.

Me cuanta que injertó este año unas parras que luego me enseña, de la variedad Moscatel, y la verdad es que han echado ya en el injerto unos racimos espectaculares.


Pasamos una zona abundante del pino canario, que es de propiedad municipal y salimos ya a mas de mil metros, con la viña. Es una uva blanca de secano y grados, que luego da un vino muy apreciado “Brumas de Ayosa”, seco, suave, con grados y riquísimo.

El día esta con calima, hace calor a esa altura y casi  no se ve la costa. Higueras blancas y negras, duraznos, ciruelos negros, nispereros, y algunos castaños, distinguiéndose muy bien los erizos, donde albergan las castañas.


Bodegas en mitas de los campos, las terrazas y las cepas levantadas, para que se aire bien el racimo y buena cosecha, Ya se ven doradas las que dan a levante. El lugar es hermoso y solitario. Me invita a un vino de un barril de madera de más de 25 años ,es temprano y solo lo pruebo, debo de conducir; está muy rico, abocado, pajizo.

Al bajar me cuenta algo de su familia y de él; hace unos años estuvo en Cuba, y me narra como la vida es allí tan pobre y miserable; no hay de nada en las tiendas, ferreterías, ni supermercados; las casas se caen, los coches son una reliquia y las reparaciones un milagro y puro ingenio. Isidro sentencia: “A los que mandan no les falta de nada”.

Me despido de Isidro en la gasolinera. Le doy las gracias por el rato tan agradable pasado, y el me invita, amablemente, a las fiestas próximas del pueblo. Le doy las gracias y le saludo con la mano cuando pasa con el coche delante.
DMC
.

No hay comentarios: