TENERIFE. TIERRA DE CONTRASTES
Los Cristianos |
Una isla es ya distinto a casi todo; una de las cosas que mas sorprenden es que, casi siempre y vayas por donde vayas el mar te acompaña. A los isleños (llegue a Tenerife en 1973, por lo que va a hacer 38 años), lo que mas notamos es la falta del mar, y cuando viajamos a la Península, al interior, lo necesitamos.
Playa del pueblo |
El fin de semana pasado, hacia en la capital, Santa Cruz, un calor anormal, calima, tiempo que llamamos sur, con vientos y arena de África.
A 15 kilómetros, esta el aeropuerto de los Rodeos, a unos 600 metros de altitud. Fui a llevar a mi hija, que viajaba. Al llegar el viernes día 13, no se distinguían ni las pistas. El panel de salida, se veía retrasado o cancelado; lo que le hicieron a ella.
Recoger el equipaje, ponerse en cola y cambiar el vuelo para el día siguiente. Bien alas 10 de la mañana.
El sábado a las 9 en el aeropuerto; desolación, la situación era peor que la noche anterior: Vuelos desviados al Aeropuerto Sur, otros cancelados, al final salio cerca de la una de medio día.
Esa tarde nos fuimos a Los Cristianos, hoy turístico y cuando lo conocimos totalmente marinero, y antes agrícola, queda aún los restos del primitivo muelle por donde salia el plátano. Hoy tiene un gran puerto y es enlace con la Gomera, la Palma y el Hierro
A la mañana siguiente, con el día algo nublado, paseo hasta el muelle; barcos turísticos de diverso porte, para las excursiones y alguno que regresa con la pesca, el comentario es que hay mar de fondo, y se ve la playa llena de espuma y fuertes olas. Algo de camarón y poco mas de las nasas.
Me baño, al principio es agua se nota fresca, la orilla revuelta con la marejada y un poco de resaca; bandera amarilla, hay que tener cuidado.
La tarde fue disipando las nubes, pero el mar sigue fuerte, el ruido de las olas al chocar arrastrando los guijarros, y la bajada, la espuma blanquisima, el olor a mar y el sabor a sal.
Es un espectáculo, con el sol ya puesto sobre la Gomera y el resplandor que ilumina el cielo.
Se queda uno ensimismado, extasiado, sin querer moverse, sin querer perderse cada ola, cada arrastre, las gaviotas planeando, buscando sus presas, el color del mar de mil azules, la espuma de mil blancos.
Anochecido ya, la cena, si en la Casa del Mar, restaurante especializado en pescado, con el amigo Fidel al frente de la cocina y su familia.
Al volver a casa, la luna nos sale al encuentro, a darnos las buenas noches. Ha sido un día de contrastes, pero lleno de sensaciones, lleno de vibraciones, al final lleno de vida.
DMC
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