¿Adónde te escondiste, 
Amado, y me dexaste con gemido? 
Como el ciervo huyste 
haviéndome herido; 
salí tras ti clamando, y eras ydo. 
Pastores, los que fuerdes 
allá por las majadas al otero, 
si por ventura vierdes 
aquél que yo más quiero, 
decilde que adolezco, peno y muero. 
Buscando mis amores, 
yré por esos montes y riberas; 
ni cogeré las flores, 
ni temeré las fieras, 
y passaré los fuertes y fronteras. 
¡O bosques y espesuras, 
plantadas por la mano del Amado!, 
¡o prado de verduras, 
de flores esmaltado!, 
dezid si por vosotros ha passado. 
Mil gracias derramando 
pasó por estos sotos con presura; 
y, yéndolos mirando, 
con sola su figura 
vestidos los dejó de hermosura. 
¡Ay!, ¿quién podrá sanarme? 
Acaba de entregarte ya de vero; 
no quieras embiarme 
de oy más ya mensajero 
que no saben dezirme lo que quiero
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario