1521.- BAÑOS DE LA ENCINA EN LA GUERRA DE LOS COMUNEROS
Junto a la Casa del Pópulo de Baeza, edificada donde estuvo la Puerta de Jaén, con restos de las ruinas de Cástulo, por el Concejo de la Ciudad se levantó el Monumento que existe a la derecha del lienzo de la muralla, conmemorando el triunfo de las Armas del Emperador Carlos I en Villalar, contra las huestes de los Comuneros de Castilla.
Este monumento o Arco de Triunfo en el que están las Armas del César y al que le llamó “Baeza”, para expresar la hidalguía y amor de la Ciudad a su soberano, es el epilogo de una etapa sangrienta.
Baeza, Jaén y Úbeda fueron las tres únicas ciudades andaluzas que se alzaron a favor de los Comuneros, Los odios que ardían en los pechos de los nobles baezanos, siglo tras siglo, produjeron con este alzamiento un incendio de crueldades y venganzas.
El grito de “abajo el Emperador” se oyó por todo el ámbito de Baeza e invadió a los pueblos vecinos: el Corregidor y seis oficiales fueron despojados de sus varas de justicia; las casas de los adictos al Emperador fueron asaltadas e incendiadas; destruyeron las cosechas de Jódar, cuyo Señor, Don Diego de Carvajal , había dado muerte de una lanzada al anciano Don Luís de la Cueva, cuando iba viajando en litera; incendiaron a Villanueva del Arzobispo y pasaron a cuchillo a muchos de sus habitantes; y en BAÑOS y en Ibros y en otros lugares hicieron sentir la fuerza de su violencia y el rencor con que combatían la política de Carlos, utilizando la ocasión para vengarse de sus enemigos tradicionales con la bandería local.
Duró aquella situación anárquica hasta que, derrotados en los campos de Villalar los Comuneros, los partidarios de Carlos volvieron a dominar la situación.
En recuerdo de la victoria levantaron ese monumento apoyándose en el balcón donde están los restos del altar en que se dijo la primera misa, al ganar a Baeza a los moros en el siglo XIII.
La Historia no dice si con un alto sentido de perdón, ese arco de triunfo, con su arquitectónica grandeza fue la noble respuesta a los sangrientos sucesos reseñados o si ese arco tuvo además de su representación mas formal y permanente, el doloroso y sangriento pedestal de las vengativas represalias.
Junto a la Casa del Pópulo de Baeza, edificada donde estuvo la Puerta de Jaén, con restos de las ruinas de Cástulo, por el Concejo de la Ciudad se levantó el Monumento que existe a la derecha del lienzo de la muralla, conmemorando el triunfo de las Armas del Emperador Carlos I en Villalar, contra las huestes de los Comuneros de Castilla.
Este monumento o Arco de Triunfo en el que están las Armas del César y al que le llamó “Baeza”, para expresar la hidalguía y amor de la Ciudad a su soberano, es el epilogo de una etapa sangrienta.
Baeza, Jaén y Úbeda fueron las tres únicas ciudades andaluzas que se alzaron a favor de los Comuneros, Los odios que ardían en los pechos de los nobles baezanos, siglo tras siglo, produjeron con este alzamiento un incendio de crueldades y venganzas.
El grito de “abajo el Emperador” se oyó por todo el ámbito de Baeza e invadió a los pueblos vecinos: el Corregidor y seis oficiales fueron despojados de sus varas de justicia; las casas de los adictos al Emperador fueron asaltadas e incendiadas; destruyeron las cosechas de Jódar, cuyo Señor, Don Diego de Carvajal , había dado muerte de una lanzada al anciano Don Luís de la Cueva, cuando iba viajando en litera; incendiaron a Villanueva del Arzobispo y pasaron a cuchillo a muchos de sus habitantes; y en BAÑOS y en Ibros y en otros lugares hicieron sentir la fuerza de su violencia y el rencor con que combatían la política de Carlos, utilizando la ocasión para vengarse de sus enemigos tradicionales con la bandería local.
Duró aquella situación anárquica hasta que, derrotados en los campos de Villalar los Comuneros, los partidarios de Carlos volvieron a dominar la situación.
En recuerdo de la victoria levantaron ese monumento apoyándose en el balcón donde están los restos del altar en que se dijo la primera misa, al ganar a Baeza a los moros en el siglo XIII.
La Historia no dice si con un alto sentido de perdón, ese arco de triunfo, con su arquitectónica grandeza fue la noble respuesta a los sangrientos sucesos reseñados o si ese arco tuvo además de su representación mas formal y permanente, el doloroso y sangriento pedestal de las vengativas represalias.
Tomado en esencia de la Rev.” Don Lope de Sosa”, Pág. 280. Jaén, 1915.
DMC. Agosto de 2006.
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