SANTUARIO DE JESUS DEL LLANO DE BAÑOS. SAN JUAN EVANGELISTA. EL APÓSTOL.
Autor del cuarto evangelio, de las tres cartas que llevan su nombre en el Nuevo Testamento y del Apocalipsis. Fiesta: 27 de diciembre. Emblemas: El águila (por su visión mística elevada), Un libro (por sus escritos llenos del Espíritu Santo).
En el cuadro del Santuario de Baños, se le ve de frente, túnica verde y manto rojo sobre el hombro izquierdo. La mano derecha bendiciendo y con la izquierda sostiene un cáliz del que sale una serpiente. Pudieramos interpretarlo como la lucha entre el bien y el mal. La sangre de Cristo ha redimido los pecados del mundo y es la serpiente el maligno que es expulsado de la copa. Sin embargo hemos encontrado esta representación muy común, pero extrabiblico. Su origen está en un apócrifo del siglo VI que cuenta como a Juan en Éfeso, un sacerdote del templo de Diana le ofreció a beber una copa con veneno; él bendijo la misma y tomó su contenido, sin sufrir daño alguno. La iconografía, como esta representación de Baños, muestra como se escurre, como sale el veneno en forma de serpiente, atributo que se hizo muy popular desde el siglo XIV. A su derecha la cartela con el texto: "Padeció debaxo del poder de Poncio Pilato: fue crucificado, muerto y sepultado"
En el cuadro del Santuario de Baños, se le ve de frente, túnica verde y manto rojo sobre el hombro izquierdo. La mano derecha bendiciendo y con la izquierda sostiene un cáliz del que sale una serpiente. Pudieramos interpretarlo como la lucha entre el bien y el mal. La sangre de Cristo ha redimido los pecados del mundo y es la serpiente el maligno que es expulsado de la copa. Sin embargo hemos encontrado esta representación muy común, pero extrabiblico. Su origen está en un apócrifo del siglo VI que cuenta como a Juan en Éfeso, un sacerdote del templo de Diana le ofreció a beber una copa con veneno; él bendijo la misma y tomó su contenido, sin sufrir daño alguno. La iconografía, como esta representación de Baños, muestra como se escurre, como sale el veneno en forma de serpiente, atributo que se hizo muy popular desde el siglo XIV. A su derecha la cartela con el texto: "Padeció debaxo del poder de Poncio Pilato: fue crucificado, muerto y sepultado"
SAN JUAN el evangelista, el apostol. El discípulo amado el Evangelista, a quien se distingue como "el discípulo amado de Jesús" y a quien a menudo le llaman "el divino" (es decir, el "Teólogo") sobre todo entre los griegos y en Inglaterra, era un judío de Galilea, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor, con quien desempeñaba el oficio de pescador. Autor del cuarto evangelio, de las tres cartas que llevan su nombre en el Nuevo Testamento y del Apocalipsis. Emblemas: El águila (por su visión mística elevada), Un libro (por su escritos llenos del Espíritu Santo).
Se dice que San Juan era el más joven de los doce Apóstoles y que sobrevivió a todos los demás. Es el único de los Apóstoles que no murió martir.
En el Evangelio que escribió se refiere a sí mismo, como "el discípulo a quien Jesús amaba", y es evidente que era de los mas íntimos de Jesús. El Señor quiso que estuviese, junto con Pedro y Santiago, en el momento de Su transfiguración, así como durante Su agonía en el Huerto de los Olivos. En muchas otras ocasiones, Jesús demostró a Juan su predilección o su afecto especial. Por consiguiente, nada tiene de extraño desde el punto de vista humano, que la esposa de Zebedeo pidiese al Señor que sus dos hijos llegasen a sentarse junto a Él, uno a la derecha y el otro a la izquierda, en Su Reino.
Juan fue el elegido para acompañar a Pedro a la ciudad a fin de preparar la cena de la última Pascua y, en el curso de aquella última cena, Juan reclinó su cabeza sobre el pecho de Jesús y fue a Juan a quien el Maestro indicó, no obstante que Pedro formuló la pregunta, el nombre del discípulo que habría de traicionarle. Es creencia general la de que era Juan aquel "otro discípulo" que entró con Jesús ante el tribunal de Caifás, mientras Pedro se quedaba afuera. Juan fue el único de los Apóstoles que estuvo al pie de la cruz con la Virgen María y las otras piadosas mujeres y fue él quien recibió el sublime encargo de tomar bajo su cuidado a la Madre del Redentor. "Mujer, he ahí a tu hijo", murmuró Jesús a su Madre desde la cruz. "He ahí a tu madre", le dijo a Juan. Y desde aquel momento, el discípulo la tomó como suya. El Señor nos llamó a todos hermanos y nos encomendó el amoroso cuidado de Su propia Madre, pero entre todos los hijos adoptivos de la Virgen María, San Juan fue el primero. Tan sólo a él le fue dado el privilegio de llevar físicamente a María a su propia casa como una verdadera madre y honrarla, servirla y cuidarla en persona.
Gran testigo de la Gloria del Maestro
Cuando María Magdalena trajo la noticia de que el sepulcro de Cristo se hallaba abierto y vacío, Pedro y Juan acudieron inmediatamente y Juan, que era el más joven y el que corría más de prisa, llegó primero. Sin embargo, esperó a que llegase San Pedro y los dos juntos se acercaron al sepulcro y los dos "vieron y creyeron" que Jesús había resucitado.
A los pocos días, Jesús se les apareció por tercera vez, a orillas del lago de Galilea, y vino a su encuentro caminando por la playa. Fue entonces cuando interrogó a San Pedro sobre la sinceridad de su amor, le puso al frente de Su Iglesia y le vaticinó su martirio. San Pedro, al caer en la cuenta de que San Juan se hallaba detrás de él, preguntó al Maestro sobre el futuro de su compañero y le dijo “Señor, y éste, ¿qué?» (Jn 21,21). Jesús le respondió: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme.» (Jn.21,22) Debido a aquella respuesta, no es sorprendente que entre los hermanos corriese el rumor de que Juan no iba a morir, un rumor que el mismo Juan se encargó de desmentir al indicar que el Señor nunca dijo: "No morirá". (Jn 21,23).
Después de la Ascensión de Jesucristo, volvemos a encontrarnos con Pedro y Juan que subían juntos al templo y, antes de entrar, curaron milagrosamente a un tullido. Los dos fueron hechos prisioneros, pero se les dejó en libertad con la orden de que se abstuviesen de predicar en nombre de Cristo, a lo que Pedro y Juan respondieron: «Juzgad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros más que a Dios. No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.».(Hechos 4:19-20)
Después, los Apóstoles fueron enviados a confirmar a los fieles que el diácono Felipe había convertido en Samaria. Cuando San Pablo fue a Jerusalén tras de su conversión se dirigió a aquellos que "parecían ser los pilares" de la Iglesia, es decir a Santiago, Pedro y Juan, quienes confirmaron su misión entre los gentiles y fue por entonces cuando San Juan asistió al primer Concilio de Apóstoles en Jerusalén. Tal vez concluido éste, San Juan partió de Palestina para viajar al Asia Menor.
Efeso
San Ireneo, Padre de la Iglesia, quien fue discípulo de San Policarpo, quién a su vez fue discípulo de San Juan, es una segura fuente de información sobre el Apóstol. San Ireneo afirma que este se estableció en Efeso después del martirio de San Pedro y San Pablo, pero es imposible determinar la época precisa. De acuerdo con la Tradición, durante el reinado de Domiciano, San Juan fue llevado a Roma, donde quedó milagrosamente frustrado un intento para quitarle la vida. La misma tradición afirma que posteriormente fue desterrado a la isla de Patmos, donde recibió las revelaciones celestiales que escribió en su libro del Apocalipsis.
Maravillosas revelaciones celestiales
Después de la muerte de Domiciano, en el año 96, San Juan pudo regresar a Efeso, y es creencia general que fue entonces cuando escribió su Evangelio. El mismo nos revela el objetivo que tenía presente al escribirlo. "Todas estas cosas las escribo para que podáis creer que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y para que, al creer, tengáis la vida en Su nombre". Su Evangelio tiene un carácter enteramente distinto al de los otros tres y es una obra teológica tan sublime que, como dice Teodoreto, "está más allá del entendimiento humano el llegar a profundizarlo y comprenderlo enteramente". La elevación de su espíritu y de su estilo y lenguaje, está debidamente representada por el águila que es el símbolo de San Juan el Evangelista. También escribió el Apóstol tres epístolas: a la primera se le llama Católica, ya que está dirigida a todos los otros cristianos, particularmente a los que él convirtió, a quienes insta a la pureza y santidad de vida y a la precaución contra las artimañas de los seductores. Las otras dos son breves y están dirigidas a determinadas personas: una probablemente a la Iglesia local, y la otra a un tal Gayo, un comedido instructor de cristianos. A lo largo de todos sus escritos, impera el mismo inimitable espíritu de caridad. No es éste el lugar para hacer referencias a las objeciones que se han hecho a la afirmación de que San Juan sea el autor del cuarto Evangelio.
San Juan murió pacíficamente en Efeso hacia el tercer año del reinado de Trajano, es decir hacia el año cien de la era cristiana, cuando tenía la edad de noventa y cuatro años, de acuerdo con San Epifanio.DMC
[Fotografías del Proyecto de Restauración de la Ermita del Cristo del Llano de Baños, por D. Esteban Fernández Navarro. Granada y datos sacados de la página de Las Siervas de los Corazones traspasados de Jesús y María]
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