LA VIRGEN NO LLEGA A LA AMARGURA

Salieron las cofradías de  la mañana del Viernes Santo, con recorrido acortado, por la amenaza de la lluvia. 

No pudo llegar a la calle de la Amargura, en la puerta de mi casa se tuvo que dar la vuelta.

Estaba previsto la parada y desayuno en casa (la ofrecimos a la Hermana Mayor) y tuvieron que salir corriendo; la corona estuvo en mi casa hasta que la retiraron, al ponerle el plástico.

El deslucimiento es evidente, el peligro de escurrirse y caer al suelo resbaladizo con la lluvia.

El deterioro de la imagen, la candelería, el manto y todos los complementos, amén de corona y demás adornos.

El tiempo es así, y contra los elementos no se puede luchar.

En casa, los pétalos, se repite la emoción, los sentimientos, los recuerdos y las peticiones y oraciones;  soy hermano de la Virgen, pero las flores eran para todos los tronos.

La vuelta ya sin orden, pasaba el Cristo por Mestanza y la Virgen se puso detrás, ya sin esperar a San Juan: la procesión era ya, con las imágenes debajo de los plásticos: caras preocupadas y mojadas.

La Corona, se lleva a mi casa.

DMC

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