VERANEO EN BAÑOS

Desde chico "veraneaba" en Baños. Volvíamos del colegio, con las ganas de dejar Sevilla, y volver al pueblo, vivir en el pueblo y de pueblo

Al llegar, lo primero, ir a la tienda de Pedro Ortega, a por un sombrero de paja, que ya seria nuestro fiel compañero, y unas sandalias de goma, los pies se ponían sudorosos y muy sucios, pero para las colas eran buenas.

Juan el sastre "Papa Juan", nos hacia unos pantalones muy subidos de cintura, y Aguedica, las pescadoras. Con este atuendo pasábamos, estos meses.

Nuestra vida era las colas de los Turumbetes, algún día a Las Colmenillas y los domingos al Tamujoso, claro andando y en ocasiones cargados con sandias.

Las siestas eran mortales, tumbados en el portal de la casa, en el suelo mas fresco y enredando. Mi padre se asomaba a la escalera para que lo dejáramos dormir.

Poco antes de las 5, a la huerta,  a pasar toda la tarde, para volver ya de noche; mis padres bajaban caída la tarde y allí, nos bañábamos en la alberca, y cenábamos y ya casi dormidos regresábamos.

La vida era sencilla, y nonotona, el  día se hacia largo pero se aprovechaba para leer, era casi una competición entre los hermanos mayores.

A veces habia que repasar alguna asignatura, y en ocasiones di clases particulares de francés, con la alegría de que el muchacho, lo veo a menudo en Baños, aprobó en septiembre. Fue un compromiso con su padre que no encontraba a ningún estudiante que repasase la asignatura con su hijo

Ahorraba para las Fiestas de Los Esclavos, en una hucha que me hacia Lechuga o Miguel Álvarez, de contrachapado.

Ya muchacho hicimos varias "juergas" en Los Escoriales, que otro día contare, así como la historia de la bicicleta que llego de Montoro, y que le hicimos miles y miles de kilómetros.

Pero eso serán ya otras historias, de diario, sin trasendencia.

DMC